lunes, 21 de diciembre de 2009

ANÁLISIS DE LA FERIA DE QUITO 2009


Por El Albero Peña Taurina/ diciembre 2009


Una Feria con altibajos. Así podríamos simplificar lo ocurrido durante la Feria de diciembre de 2009. Pero como en toros las simplificaciones son injustas, creemos que es importante analizar cada ámbito de lo ocurrido.

EL TORO

Empezamos por el actor fundamental del espectáculo. Ha sido un año muy interesante, con la presencia indiscutible de un gran triunfador: José Luis Cobo y las ganaderías Huagrahuasi y Triana. Este año se entretuvo con dos indultos. A pesar de ser el ganadero que más cantidad de toros lidió en Quito, hay que destacar que si juntamos todos los toros que embistieron y los que permitieron el desarrollo del espectáculo podemos reunir fácilmente una corrida excelente y otra manejable para el torero. Tuvo un tropiezo con la corrida en la que toreó José Tomás (que una figura del toreo escoja los toros que quiere torear limita mucho la conformación que puede hacer el ganadero al momento de “hacer su alineación” para la corrida), pero ser reivindicó con la corrida del día 4 y la media corrida del día 6 de diciembre. La tónica de todos ellos fue la calidad. Unos con más fondo que otros, pero permitió el triunfo de los toreros que los lidiaron. “Gitanito” y “Agresivo” son los toros que volvieron al campo. A este toro se suma Marianillo de Huagrahuasi por su calidad.

Hay que destacar el toro Sopladito de Vistahermosa que lidió Álvaro Samper en sexto lugar el día de la corrida del día 30 de noviembre, además de los toros Geniecillo, Gobernador I; el Mirafuente del día 6 y el burraco “Escándalo” de Peñas Blancas del día 2 de diciembre.

Si bien la corrida de Trinidad no tuvo lucidez, este hierro se reivindicó con una novillada muy bien presentada que dio un interesante comportamiento en el ruedo el día 5 de diciembre. Todos los novillos, en mayor o menor medida, se prestaron para el lucimiento de los actuantes. Que no los actuantes no hayan estado a la altura de sus circunstancias es otro cuento.

LOS TOREROS

Si bien la Feria, para los taurinos, giró alrededor de la figura de José Tomás, la composición de los carteles pudo haber estado mejor rematada. Luego de la no comparecencia de Morante de la Puebla, no se logró suplir la calidad, representada por este torero, dejando un vacío en ese sentido.

Aunque pueda gustar a unos más que a otros la contratación de tal o cual torero, no se debe dejar de señalar que la Feria presentó prácticamente todos los días llenos absolutos. Esto demuestra el interés de la mayoría por la conformación de carteles, premio al esfuerzo que hace la Empresa.

Sin duda, pudimos presenciar las faenas de Castella, quien dio la talla de primera figura del toreo. Se consolida como un torero cuajado con mucha calidad y técnica. Deja el ensimismo por un toreo más inteligente dando las distancias que el toro necesita. No por nada se llevó los trofeos de la Feria. Y El Juli. Torero profundo que, aunque no tuvo suerte hasta el último toro que le correspondió –y que no era de él-, pudimos apreciar la verdadera dimensión de este torero poderoso y amplio que tiene la fiesta actualmente. No es un dechado de estética, pero tiene un conocimiento del toro y de la técnica de torear impresionante. No por nada hizo una faena que terminó, porque así lo quiso, en indulto. Sin duda, una faena de antología apreciada, en especial, por el buen catador.

La presencia de José Tomás estuvo marcada por varios factores. El comportamiento del ganado, un evento político, un público festivo distraído por el poco espectáculo que presenciaba, un toro lesionado. Y poco se pudo ver.

Salieron en hombros Álvaro Montes, Luis Bolívar, Joselito Adame y Martín Campuzano, los dos últimos por su labor en el festival de Feria. Cortaron una oreja El Fandi, Guillermo Albán, Diego Rivas, Álvaro Samper y Juan Francisco Almeida.

En cuanto al capítulo nacional, Guillermo Albán sigue vigente. Si bien la primera tarde pasó desapercibido, la segunda demostró que actualmente es el mejor torero nacional. Un percance impidió que toree su segundo ejemplar; sin embargo se vio la predisposición al que le cortó oreja.

Álvaro Samper tomó la alternativa. Es un torero de mucha clase al que todavía hay que esperar y tiene que demostrar toda la ambición que se necesita para triunfar en una exigente profesión. Se le fue un buen toro.

Martín Campuzano no tuvo suerte y estuvo descompuesto el día de la corrida. Sin embargo, el día del Festival puso la emoción al festejo. Tendrá que ver los videos y sacar sus propias conclusiones. El paso de Diego Rivas fue discreto y sin mayor trascendencia.

Si bien puede ser atractivo para el público quiteño, se debe cuidar mucho la contratación del rejoneador. Resulta cansado y monótono la contratación durante tres tardes. Como prueba de esto fue el pobre resultado que presentó Montes.

Es importante anotar que la baraja de toreros puede ser mucho más amplia y la contratación de los mismos se vuelve necesaria. Ver durante tantos años como base de cartel a El Fandi, El Juli y Castella puede resultar contraproducente si no se plantean recambios.

OTROS

La labor de la Autoridad de Plaza ha sido muy bien solventada. Es importante que la autoridad no descuide el cumplimiento de la Ordenanza Taurina, en especial lo referente al despuntado. Confiamos en que estamos en buenas manos, a pesar de que hubo algunos ejemplares sospechosos.

No sólo hay que resaltar el ámbito taurino. El éxito económico alcanzado se ha visto reflejado en gran medida en la entrada que se pudo apreciar durante toda la Feria. Llenazos impresionantes que dan cuenta del buen estado de salud que goza la Fiesta en Quito.

Creemos que los réditos económicos que la actividad taurina produce a la Empresa y al Municipio a través de impuestos deberían reinvertirse de alguna manera en la misma Fiesta a través de proyectos de peñas taurinas, escuelas e incluso festejos menores. Somos Ecuador es un ejemplo que debería seguir adelante y cuenta con todo nuestro apoyo.

Este año 2010 se celebran los 50 años de la Feria. Se debería pensar en hacer una “Feria del Aniversario” a mediados de año con máximas figuras del toreo. Quito se lo merece y es una necesidad ver toros en la capital por lo menos dos veces por año, a este nivel.

El premio “El Albero a la torería” durante la Feria de Quito 2009 fue otorgado a Sebastián Castella por su monumental actuación y torería durante toda la Feria.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Sobre los toros en Quito



Para el 51% de los quiteños, las Ferias taurinas/ corridas de toros son el evento más representativo de las Fiestas de Quito.
___________________________________________________

Después de realizar una encuesta a 1,260 hombres y mujeres de 18 años en adelante en las inmediaciones de la Plaza de Toros Quito, por parte de la reconocida firma CEDATOS GALLUP en la ciudad de Quito; el movimiento Somos Ecuador y la empresa CITOTUSA; han considerado importante difundir la siguiente información.

ENCUESTA NOVIEMBRE - DICIEMBRE 2009


Los quiteños quieren mantener los festejos taurinos por tradición y por ser un motor económico

El 98% de los quiteños encuestados está de acuerdo con mantener sus tradiciones culturales y costumbres. Para el 80% de los encuestados, los festejos taurinos son parte de nuestro mestizaje y tradición que debe mantenerse.

Resultado de estas cifras es la gran concurrencia (aprox. 15.000 aficionados diariamente durante 9 días) en la Feria de Quito Jesús del Gran Poder 2009. Resultado que concuerda con la encuesta que el 88% asiste regularmente a las corridas de toros de la Feria cada año.


Además los entrevistados opinan que la decisión de que los niños menores de 12 años asistan a corridas de toros es decisión de los padres en un 86%.


Por otro lado, el cobro del Impuesto Único a los Espectáculos Públicos del 10% y la tasa del FONSAL del 3% por parte del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, registra aportes muy importantes gracias a la actividad taurina, y es el espectáculo público que en el año 2009 aportó con casi medio millón de dólares al cabildo, además nunca recibe subvenciones o recursos por parte del Municipio.

Los sectores comerciales y artesanales también forman parte del círculo virtuoso que genera la fiesta de los toros. Entre el 1 y el 6 de diciembre llegan a Quito 19.624 turistas, generando alrededor de 58.872 empleos directos y 98.120 indirectos. Sin tomar en cuenta el comportamiento de consumo de los habitantes de la ciudad con motivo de las tradicionales festividades anuales.

Lo cierto es que la fiesta de los toros mantiene su identidad popular no solo por consideraciones históricas, sino además por constituirse en la forma de vida de miles de familias.


Acerca de los grupos ambientalistas y protección animal

El objetivo de los grupos que por el mes de diciembre promueven sus campañas lo hacen por “defender los derechos de los animales” (55%) y por “buscar protagonismo” (43%).
Para ellos, proteger a los animales (64%) es más importante que el mismo hombre (33%)

Los grupos ambientalistas y de protección animal son apoyados económicamente por ONG´S extranjeras. El 66% de los entrevistados están en desacuerdo en que estos grupos se manifiestan en contra de las tradiciones y costumbres de las fiestas de Quito.

martes, 15 de diciembre de 2009

Golpe de mar/ De purísima y oro



Me gustaría ser Gallito. Ningún toro se resistía al rojo de su muleta, ni veragua, ni pabloromero, ni vistahermosa. No soy Joselito El Gallo. Me llegan los golpes de mar y no teniendo la muleta de Gallito, tiro de memoria y me acuerdo de mi abuela y su mandil de algondón blanco y su cuchillo. Aquel coraje de madrugada y peces y olor a mar. También de mi abuelo que abría las costuras de la vida con sus tijeras de sastre y su mirada roja, su rosa en la pupila y en la lágrima. Dice un amigo rubio Bienvenida (Angel Luis) que los hijos de tenderos tenemos principios. Los principios son aquellos, por eso tenemos peces en las venas y una biblioteca de cómo resistir. Uno tira de oficio en los golpes de mar y zozobras de agua; recuerdo a Joselito -no El Gallo, el que leyó Memorias de Adriano (libro felipista)-, quién dijo a Chopera (Flamarique), que en su hambre mandaba él mismo. Pienso en mi padre y se me queda esa mirada de John Locke sentado como un indio en la playa de esa Isla mirando al mar. Busco como volver a mis islas, a este blog. A los amigos que elijo, a los paraisos de la tierra. A la sinfornía de temple y naturalidad de José Mari Manzanares en este video que veo, en un tentadero Manzanares acariciando a una vaca y al campo de una mañana de diciembre y a México entero. También en este diciembre infiel al invierno, contemplo arrodillado como en un templo, una media verónica de Antonio Marquez, belmontina en las muñecas, en los brazos. Torero elegante y finísimo atacado por un gran frío en la escena. Se retiró y fue representante de Concha Piquer, aunque acabó en el templo más grande y gracioso: apoderando a Curro Romero. La plaza México también nos espera y ese olé tan eufónico y picante, será en cuanto Morante acabe por darnos los números. Tú sabes. Me voy con esa música de Alejandro en nuestro amor será leyenda, con esa fuerza flamenca de la leyenda del tiempo de Camarón y abro la pupila negra de la noche también con Camarón, esta vez mi perro, casi mi amigo y el dueño de mis cicatrices; galopa Camarón la noche palmeando el asfalto y revuelve las hojas de este otoño nada enajenado, y como dice esta misma canción: nos tenemos en el fuego.

lunes, 7 de diciembre de 2009

PREMIO EL ALBERO A LA TORERÍA 2009


El premio "El Albero a la torería" que concede El Albero Peña Taurina ha recaído este año en el diestro Sebastián Castella por los méritos taurinos realizados durante su presentación en la Feria de Quito 2009.

La entrega del trofeo se realizará en un evento que será anunciado con anticipación.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Las caricias de Julián López y una gran tarde de toros/ Esteban Ortiz Mena



Diario Hoy, 7 de diciembre de 2009

Esteban Ortiz Mena

Sentí que mi pie izquierdo marcaba el ritmo en el cemento de la plaza mientras veía la faena que hacía El Juli al último toro. No era por el compás de la música, que me imagino sonaba, sino descubrí que mi cuerpo obedecía al ritmo de las embestidas del toro de Triana y frente al recital de Julián López El Juli.

Todavía me retumba en la cabeza los gritos de los aficionados ante la faena perfecta que creó al sexto. ¿Quién puede hacer de acariciar un arte? Sin duda, El Juli que entendió a la perfección a un toro de extraordinaria calidad y mucho fondo. Y lo indultó. Fue una faena que llevaba la música incorporada en ella. El torero marcaba los tiempos y el toro embestía con mucho son sintiendo las caricias de la muleta y entregándose por completo al inteligente planteamiento del toreo de Julián.

Ahora que escribo y lo vuelvo a vivir, descubro que mi pie se sigue moviendo al ritmo de esa faena, como un reconocimiento profundo a la bravura y al gran poder de un gran torero.

Si bien nos acordamos de esa faena, hay que destacar el toro de Mirafuente que le correspondió a Guillermo Albán que hizo, seguramente, una de sus faenas más importantes. La actitud, y un gran toro, fueron la clave para ver a un torero entregado cortar una oreja. Lamentablemente, con la espada en el lomo, el toro lo arrolló y le fracturó la muñeca.

Joselito Adame puso la emoción. Y cuando hay emoción, eso contagia al público que va a la plaza a disfrutar del espectáculo. Cortó una oreja que fue premio a la voluntad y el reconocimiento por su forma de matar. El Presidente estuvo acertado, como en toda la Feria, al no conceder la oreja en su segundo, dando así una clamorosa vuelta al ruedo. En definitiva, una gran tarde de toros, poniendo así broche de oro a una Feria que mantiene intacto el sello de la mejor Feria de América.

Cuando las cosas salen bien no existe trabajo, ni esfuerzo, ni culpa, ni problemas, ni pleitos, ni siquiera errores que nos obnubilen. Nos entregamos por completo a un espectáculo maravilloso que lo único que nos produce son sensaciones de emoción.

sábado, 5 de diciembre de 2009

La tarde de la tragedia/ Esteban Ortiz Mena


Por Esteban Ortiz Mena

Ayer Tendero sufrió una cornada en su primer toro lo que nos hizo recordar la posibilidad de la tragedia. Que se reivindica con la propia sangre de un torero, un ser humano que vence el instinto, aunque no siempre lo logra.

Todas las sangres son rojas, todas salpican… pero no todas son iguales. Hay cosas que son incomprensibles y demuestran la grandeza del toreo. Por ejemplo, Luis Francisco Esplá nos devuelve a la realidad cuando, luego de una cornada en Céret que casi le cuesta la vida, dice: “esto entra en el sueldo”.

Por eso conmueve y asombra la espera del ser humano que se juega la vida por voluntad propia: las cornadas, los golpes, las lesiones provocadas por los toros son parte del ser torero. Son los gajes del oficio: la posibilidad de derramar sangre viene con la profesión. El torero lo sabe… lo tiene que tener asumido. Punto. Es la única forma de serlo. Si no lo entiende así, debería cambiarse de profesión: podría ser abogado o dedicarse a escribir notas para los periódicos.

Jugar con el riesgo cada tarde para crear arte venciendo el miedo y el instinto, aunque no guste la forma particular de interpretar el toreo –pero qué importa ¿acaso el gusto no es algo subjetivo?-, tiene mucho mérito. Por eso el torero es un héroe que dignifica su vida con la posibilidad de su propia muerte.

A Almeida le quedó grande el compromiso. Fue una papeleta demasiado exigente para un novillero que se le vio sin oficio.

La novillada de Trinidad fue buena. Sobre todo el segundo, un toro con muchísima calidad que fue premiado con la vuelta al ruedo. La particularidad fue que salieron cuatro jaboneros, esto para aquellos que gustan de las estadísticas. Sin embargo, su buen comportamiento pudo haber hecho que el resultado del festejo fuera otro, si los actuantes hubieran estado a la altura de las circunstancias. Otra vez será.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Cuando con los ojos cerrados se ve mejor/ Esteban Ortiz Mena


Por Esteban Ortiz Mena

¿Cuántas veces cierra uno los ojos para no ver y cuántas para ver mejor? Me lo pregunto porque creo pensar que la diferencia entre una cosa y otra puede ayudarnos a elegir mejor. Qué fácil es cerrar los ojos y llenarlos con nuestras más privadas y liberadoras fantasías y que pocas veces lo hacemos.

Julio Cortázar decía “cuántas veces habré empezado o terminado una frase con los ojos cerrados”. Cerramos los ojos cuando pasamos por una panadería y percibimos el olor que las bendice. Cuando sentimos aquella música que repleta nuestros sentidos o al llegar a una plaza con la ilusión de que algo puede pasar y suspiramos sólo con pensar en aquello. Con los ojos cerrados sin duda se ve mejor.

He visto toreros que, en su intimidad, cierran los ojos antes de que salga el toro en el burladero de matadores ensimismados en sus pensamientos. Me resisto a creer que se trate de miedo (aunque una buena dosis de aquello exista) si no que creo que se acerca más a lo de Cortázar. Ahí empieza a fluir la inspiración.

Ayer Castella toreó con los ojos cerrados. Dos faenones dos, de toreo grande. Es un torero que está a un nivel altísimo y en cualquier fase de la lidia se le ve a gusto. No hizo más que torear y darse el lujo de indultar un toro que fue de menos a más. Pudo haber cortado dos orejas más, pero ya daba igual porque el toreo había trascendido. Esos trofeos hubieran servido únicamente para aquellos que gustan de los números y las estadísticas.

Luis Bolívar fue más artesano que artista. Cortó dos orejas trabajadas, una en cada toro, con faenas de distinta intensidad. Pero si Bolívar salió en hombros fue por la ejecución de la suerte suprema. ¡Cómo mató a sus dos toros!

Huagrahuasi se reivindicó con una corrida noble en su mayoría. El indulto, excesivo o no, es un premio para la labor del ganadero y un triunfo de la fiesta. Pues ni más ni menos, más bien más, en una tarde cortazariana, para cerrar los ojos (al inicio y al final) y recordar.

jueves, 3 de diciembre de 2009

La obligación de vivir grandes vidas/ Esteban Ortiz Mena



Diario Hoy, 4 de diciembre de 2009


Por Esteban Ortiz Mena

Los toros son animales que se crían para ser bravos, para trascender, para vivir y hacer vivir grandes vidas. Su bravura se rescata justamente para crear grandes faenas, para descubrir la profundidad de un lance, el sentido de una faena; y si son buenos, para dejar descendencia con el fin de que no se agote esa bravura. Si bien es incierto su contenido y no se puede garantizar un resultado, existen algunas variables que determinan el posible comportamiento del animal y eso se podría resumir en el trapío y en la reata.

Por lo tanto, los toros, bajo esa premisa, tienen la obligación de ser bravos. Pero la corrida de ayer no quiso. Salieron sin esa obligación tan singular de trascender. Hubo algún espejismo, quizás el primero de Esplá; las arrancadas del también primero de Tomás; o, el toro de Rivas al que incomprensiblemente picó en exceso y sin criterio. Y sin toro no hay espectáculo. Lamentablemente ayer no fue la tarde de Huagrahuasi.

De todos modos pudimos apreciar, por goteo, la inmensidad y profundidad del torero que estuvo en Quito. José Tomás es un torero de emociones, de pureza, y como dice Fernando González Viñas, “no tiene un compromiso con la tragedia, pero sí con la posibilidad de la tragedia”. En eso radica su grandeza. Su toreo se basa en una técnica depurada y en un conocimiento extraordinario del oficio; así fue como toreó por naturales, los pocos, la profundidad de los larguísimos derechazos y la verdad con la ejecutó sus clásicas manoletinas. Es esa obligación que tiene de trascender, como torero honrado, e intentar hacer frente a las adversidades. Y eso se aprecia.

Lo mismo con Esplá. Utilizó todos los recursos que su larga experiencia le han dejado. Dos ovaciones sinceras que demuestran el cariño de la gente ante este torero veterano que se despedía de la afición quiteña.

De Rivas. El silencio. Para no exagerar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Un festival de lágrimas y emociones/ Esteban Ortiz Mena

Por Esteban Ortiz Mena

Diario Hoy, 3 de diciembre de 2009



Extraño esa capacidad de llanto y alarido. Correr con lágrimas en los ojos sin que importe nada más que el lamento (y los motivos que lo producen) es algo que asombrosamente olvidamos con el tiempo.

Pero el toreo nos devuelve, aunque sea a ratos, la posibilidad de que la emoción se transforme en lágrima. El toreo es tan grande que desborda lo que sentimos, nos llena tanto el alma que logra humedecer nuestros ojos con mucha facilidad. En los toros, las lágrimas brotan sin explicación, por generación espontánea, cuando lo que se ve (y se siente) llega a los sentidos. Si no, pregúntenle a los 14 mil espectadores que fueron ayer a disfrutar del festival benéfico.

Quizás Castella fue más estético o El Juli más profundo, que cortaron una oreja, Adame más alegre que cortó dos… pero Martín Campuzano puso lo emotivo. Así como puso de cabeza una plaza que le devolvió su cariño.

Así lloró en silencio Martín Campuzano. Lloró Rafaela, su hermana, que no dejaba de temblar, contagiada por la intensidad de lo que su hermano creaba y el público entregado veía. Los toros están hechos de momentos y a más intensidad, más profundos se vuelven; más calan en nuestros sentidos. En eso radica el arte: en revolver los sentimientos. “Los sentimientos son pensamientos en conmoción” decía Unamuno… pues en eso también, porque el pensar es un sentir y “la emoción del toreo, para el que lo hace como para el que lo ve, nace de ese pensamiento conmovido”, sentenciaba Bergamín. Eso sucede cuando a una profesión sacrificada se le devuelve entrega y pundonor.

Le correspondió en suerte un extraordinario novillo de Vistahermosa, otro de los culpables de que hayamos vivido momentos de intensidad que fue premiado con la vuelta al ruedo y las dos orejas para el ecuatoriano.

La gente vino por el Juli y Castella (estaba repleta la plaza, tanto que hasta las astas de las banderas estaban llenas), que no defraudaron, pero terminó entregándose con Martín Campuzano, porque esta vez, él se entregó con Quito. Y nos hizo emocionar.

martes, 1 de diciembre de 2009

“Cuando el dedo señala la luna, el imbécil mira al dedo”


Por Esteban Ortiz Mena

Diario Hoy, 2 de diciembre de 2009

Asesinos, retrógrados, violentos, masoquistas, perversos, putrefactos, arcaicos. Así es como califican los antitaurinos, entre los epítetos más decentes, a todo aquel que guste de la fiesta brava.

Rafael Lugo escribe que “a la postre, para la mayoría la idea obligada es amar a Dios sobre todas las cosas y odiar a quien piense diferente, porque se nota que el hombre ha entendido que prójimo solo es aquel que piensa igual, y el que no cree lo mismo es infiel, impío, hereje, perro sarnoso, humanoide descartable, cualquier cosa, pero prójimo jamás”.

Y eso es lo que tenemos que evitar. No entiendo de odios (seguramente los antitaurinos sí) y me opongo radicalmente a que se realicen manifestaciones violentas sólo por pensar distinto. La riqueza de la humanidad está en su diversidad, en la capacidad de contradicción que tenemos, en saber crecer; y no en oponerse ni en intentar cambiar de hábitos a quien piensa distinto.

No hay proporción comparable entre una convocatoria que reúne a más de 14 mil aficionados en una plaza de toros por día de corrida, frente a los 40 que gritan afuera.

Tampoco queremos convencer a nadie de que le gusten los toros, pero a desaparecerlos hay un abismo. El problema de la oposición a una práctica tradicional es que esta puede trasladarse a otras que forman parte de la identidad y afirmación cultural de un pueblo. En realidad no existe diferencia conceptual entre oponerse a la ópera que a una corrida de toros. Por eso es tan absurda una oposición al tema, sobre todo cuando es producto del desconocimiento y más aún cuando aporta tanto a una ciudad. Para muestra el festival benéfico que se realizará hoy, cuyos fondos serán destinados para realizar causas sociales en beneficio de la colectividad quiteña. ¡Ven la diferencia!

De la corrida de ayer poco. No fue una tarde afortunada, aunque siempre hay algo que rescatar, como por ejemplo la integridad de los pitones con la que se presentó. En fin, habrá mejores… por eso volvemos siempre a una plaza con la ilusión de mirar a la luna.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Los motivos por los que (casi siempre) volvemos a una plaza de toros


(Apuntes del tercer festejo de la Feria de Quito)

Por Esteban Ortiz Mena

Algún entendido decía que los aficionados a los toros van a la plaza a emocionarse. Es su labor fundamental. ¿Si no a qué más irían? Bueno, hay también los que van para que les vean, es imprescindible en un evento social de esta magnitud (sobre todo cuando la plaza se llena todos los días), pero en definitiva van a eso: emocionarse.

Y la emoción puede llegar el momento menos pensado, por eso volvemos con ilusión a una plaza, como ocurrió la tarde de ayer: Un Fandi entregado con Quito y siempre vistoso con su ya clásico repertorio de banderillas, asumiendo el riesgo de una profesión con su faena sólida al segundo. Castella con un toreo clásico y profundo, de torero asentado pensando en ser figura (si no lo es ya). Creó dos faenas importantes que llenaron de emoción en los tendidos. Estuvo enorme en sus dos toros a los que lamentablemente cortó sólo dos orejas (al quinto), porque pudieron ser cuatro. Samper con la emoción que da ser torero de alternativa y sobre todo ecuatoriano (esta plaza se entrega siempre al local, demostrando el cariño por lo suyo). Además, le correspondió un toro extraordinario de Vistahermosa, el sexto, que merecía la vuelta al ruedo.

Fue una corrida en la que se apreciaron muchos de los matices que componen el mundo del toro: riesgo, entrega, alegría, estética, compañerismo... hasta los gritos románticos de esas aficionadas enamoradas que a todo pulmón declaran su amor por un torero, o aquellos que disfrutan al son de la banda. Eso es lo que hace que volvamos a la plaza con la ilusión de querer volver a sentir (emocionarnos) viendo una corrida de toros.

Fue una tarde muy interesante donde no faltaron las emociones. Si así llueve, que no escampe…

domingo, 29 de noviembre de 2009

Samper y las ganas de ser torero/ Esteban Ortiz Mena


Por Esteban Ortiz Mena

Diario Hoy, 30 de noviembre de 2009

Entre los valores de cualquier torero destacamos siempre algunos principios fundamentales: el valor, la capacidad técnica, el temple, la pureza y la entrega. Si bien es un elemento recurrente en los toreros, este último en los novilleros adquiere una jerarquía superior.

Ningún torero está nunca del todo hecho (salvo los mediocres). En particular el novillero que tiene las falencias propias del que empieza y carece de la experiencia de una profesión exigente que va formando a los toreros con cada capotazo. Pero Álvaro Samper de eso va sobrado: ayer vimos un novillero cuajado, solvente y entregado. Es decir, en novillero.

Si bien en el mundo del toro nada es suficiente, pudimos ver a un torero con la claridad como para crear dos faenas sólidas ante dos novillos completamente distintos: al bueno (aunque al de Mirafuente le faltó fuerza y transmisión) al que le cortó una oreja; y ante el manso y peligroso (si mataba bien seguramente cortaba otra). Y en ambos estuvo muy bien. Su sola comparecencia justificó el valor de la entrada. Aunque si a eso sumamos las dos orejas del rejoneador Montes y la poderosa faena del español Javier Cortés a su segundo novillo, podemos decir que el espectáculo tuvo momentos muy interesantes, aunque nunca llegó a romper por la mansedumbre de los novillos.

Volviendo a Samper, sus progresos hacen que estemos delante de un torero que puede trascender, si se lo propone. Y confiamos en que así va a ser. El día de hoy toma la alternativa y sin duda podemos decir que está plenamente capacitado para triunfar. Pero triunfar sin justificaciones, con el corazón por delante y con esa necesidad de querer ser un torero caro. Siempre en novillero. A la actitud me refiero.

Juan José Padilla sintetiza esa necesidad de triunfar cuando cortó 3 orejas a los de Miura en San Fermín: “Recuerdo que me perfilé para matar al quinto y pensé: si me coge, ¿qué más da, si mañana no tengo nada importante que hacer?”.

Álvaro, pues eso.

sábado, 28 de noviembre de 2009

La alegría de la fiesta/ Esteban Ortiz Mena


(Apuntes de lo ocurrido en la primera corrida de Feria)

Por Esteban Ortiz Mena



Diario Hoy, 29 de noviembre de 2009

En los toros ve uno siempre cosas que no espera. Y por eso el toreo sigue, y sigue, y sigue… por eso vamos con alegría a la Plaza, a disfrutar de lo inesperado. Por ejemplo, no respondió a las expectativas la complicada corrida que se lidió el día de ayer con el hierro de Trinidad; sin embargo, la gente disfrutó con dos espectaculares tercios de banderillas que tuvo como único protagonista a El Fandi; y, se entregó con Rubén Pinar, un torero honesto que demostró por qué estaba contratado para Quito.

Sin duda, El Fandi es un fenómeno pocas veces visto. Su poderío físico hace temblar a la altura de Quito… y a cualquier toro que corre tras él luego de sus pares de banderillas. Deslumbra no sólo por la espectacularidad en la ejecución al banderillear, sino también por la forma como literalmente detiene a los toros que, desarrollando una característica como la acometividad que los distingue de otros bovinos, acuden tras él luego de ejecutar de diversas maneras esta suerte que domina.

Quito “Enfandilado”, alegre y dispuesto a disfrutar con esas cosas que no espera, pero que como buen devoto, reacciona con asombro cuando ocurren. Seguramente la historia taurina de esta Plaza le llevará a los lugares más altos de los toreros banderilleros elegidos por Quito para que se vuelvan sus referentes taurinos. Ya ocurrió con el portugués Víctor Méndes, ídolo en esta plaza, que deslumbró en los años ochentas ejecutando esta suerte.

Rubén Pinar demostró inteligencia, pundonor y honestidad al momento de plantear las dos faenas más intensas de la tarde de ayer. Se entregó a una Plaza que no le conocía y encontró que el público de Quito responde muy bien cuando descubre que los toreros que se presentan se entregan en el ruedo. Vuelta al ruedo fue poco premio para lo que demostró.

Por eso, en la alegría de la fiesta, como menciona Antonio Caballero, está el origen del toreo, y también su permanencia. Por eso sigue, y sigue, y sigue…

jueves, 26 de noviembre de 2009

La importancia cultural y económica de los toros en Quito/ Esteban Ortiz Mena




Esteban Ortiz Mena



(tomado de un estudio hecho por Somos Ecuador)

Diario Hoy, 27 de noviembre de 2009



Cuando se acercan las fiestas de Quito, residentes y no residentes en la ciudad tienen en mente unos cuantos eventos, los cuales se han convertido en sinónimo de las celebraciones. Se habla de las corridas de toros, del desfile de la Confraternidad y la presentación de la Reina de Quito a su pueblo, los bailes populares y el Mundial de Cuarenta. El resto de actividades son complementarias y su función es acelerar y perfeccionar la dinámica festiva que todos los años confluye con motivo de las fiestas. De ahí que los cuatros pilares de la celebración urbana se han convertido en un eje del cual no se puede prescindir, no tanto por su estructura, sino por la profundidad con la que se han arraigado en la tradición como en el imaginario quiteño.

Si uno se fija, cada uno de estos eventos puede tener algún cuestionamiento, sobre todo proveniente de sectores sociales que se pueden sentir afectados ideológicamente por su realización. Es así que los grupos feministas pueden objetar la elección de la reina y los antitaurinos las corridas de toros. Esto es algo común en la construcción ciudadana: las contradicciones y oposiciones también tiene su lugar dentro del proceso de edificación de la ciudad como entidad viva.

Sin embargo, la organización de estos eventos, con el paso del tiempo pasó de ser una actividad a ser una tradición y de ahí a un modo de vida que incluye a miles de personas y decenas de profesionales.

Ahora que empiezan las corridas de toros, es importante tomar en cuenta los siguientes datos tomados de un estudio publicado por “Somos Ecuador” sobre esta tradición quiteña:

· Los espectáculos taurinos son la forma de vida de miles de familias que participan de ellos de manera directa e indirecta. El turismo, la hotelería, los restaurantes, los transportistas, los artistas, los vigilantes, los artesanos, entre otros, forman parte de la actividad económica relacionada con los toros.

· La actividad taurina en la Capital genera un movimiento económico de alrededor de $50 millones de dólares.


· En total 27,286 personas trabajan en más de 3,000 establecimientos relacionados a la industria turística de la provincia de Pichincha.

· El SRI y el Municipio de Quito son beneficiados directamente por la realización de las Fiestas de Quito. Además de la recaudación de IVA e ICE del SRI, el Cabildo recibe solamente a través del impuesto a los espectáculos públicos alrededor de US$500,000 que le sirven para financiar el resto de actividades que se realizan en esta época. Es decir que los roqueros con sus conciertos, las serenatas que se tocan, los pregones populares, los festivales y un sinfín de actividades se benefician indirectamente de la actividad taurina.

· Entre el 1 y 6 de diciembre de 2008 llegaron a Quito 19,624 turistas, se sostuvieron 58,878 empleos directos y 98,120 indirectos.

· Solo la actividad turística mueve aproximadamente entre 12 y 14 millones de dólares durante las fiestas de Quito

· En el DM de Quito existen aproximadamente 210,000 microempresarios. Este gremio reporta un crecimiento de sus actividades y ventas de entre el 30% y el 60% de acuerdo al sector durante las fiestas de Quito.

· Tres de cada 10 ciudadanos residentes en Quito participa activamente en uno o varios de los actos de las fiestas de Quito. Cada uno de ellos gasta un promedio de $20 dólares durante las festividades.

¡Usted sí que sabe!/ Fermín González


Por Fermín González

Comentarista Onda Cero Radio. Salamanca

Para un buen aficionado, no existe peor aficionado en el mundo, que otro buen aficionado. Un aficionado, y de estos hay muchos, puede ser modesto en todo, menos como aficionado.
¿Quién entiende de toros? ¿El toro? ¿La vaca? ¿El torero? ¿El ganadero? ¿El señor presidente de la corrida? ¿Usted? ¿Yo?. Si separamos a estos personajes notables de la Fiesta, y uno a uno, le hacemos la pregunta ¿quién entiende de toros en España?, La respuesta será la misma: Yo, y después de yo ¡nadie! Para un buen aficionado, no existe peor aficionado en el mundo, que otro buen aficionado. Un aficionado, y de estos hay muchos, puede ser modesto en todo, menos como aficionado. Si uno observa y escucha en plazas, en bares y cafés o ante la televisión, siempre hay un parroquiano, que entabla discusión o polémica con su vecino de localidad y si por casualidad le interroga ¡Ud. sabe de toros!, Su más helada mirada recorrerá el cuerpo del preguntador de pies a cabeza, y como un dios ofendido contestará – de aquella manera –.¿Tan difícil es entender de toros? Pues, sí; ser un buen aficionado, tiene su “intríngulis”, su aquel. Hay quien se orienta pronto y lo consigue, ve, escucha, pregunta, lee, se arrima, se trabaja el tentadero, etc., se va forjando un buen aficionado. Hay quien por el contrario, no lo consigue aunque lleve en primera fila de ferias toda una vida, estos no aciertan a distinguir múltiples detalles. Y, no crean que, tan solo hablo del aficionado de base, sino también de muchos comentaristas y escribidores. Pero en líneas generales el público que hoy acude a las plazas, tiene también brillantes cualidades. Como son: dulzura, inseguridad, entusiasmo, tolerancia, efusión etc. ¿Quién puede al lado de estos pronunciarse, por el rigor, la verdad, la pureza, la técnica, el valor etc.?¡Tonterías, dirán al hablarle de estas cuestiones, con sonrisa burlona y suficiente! ¡Y mucho peor todavía! Donde me dejan ustedes a muchos presidentes, que se suben al balcón de no pocas plazas de toros, y más de un veterinario y asesor, los cuales tienen responsabilidad ante el publico pagano – de los unos, y de los otros – cuya exigencia primera es aprobar con matricula la “profesión” de aficionado taurino y además revalidarlo esa tarde. ¿Si el toro pudiera ser preguntado, sobre los saberes taurinos? - Otro Gallo cantaría en la Fiesta. ¡Ténganlo por seguro!...

martes, 10 de noviembre de 2009

Respuesta a falacias de antitaurinos/ David Alemán


Por David Alemán

>>>>La primera premisa se tomó de una cita de la Wikipedia sobre la>> declaración de la UNESCO. Esta es una relación de ventajas y>> oportunidades culturales: NO es una definición, mucho menos una>> definición sociológica ó antropológica. Mi profesor de lógica lo>> pondría como un claro ejemplo de IGNORANCIA DEL ELENCO.

>>>>El significado de “cultura” difiere según su uso pudiendo ser:>> humanista, antropológico, sociológico, psicoanalítico y etiológico.>>>> Emile Durheim, el padre de la sociología moderna argumentaba que: “La>> cultura es una realidad independiente, tiene vida propia fuera de los>> individuos.”

>>>> Si hablamos de valores, estamos dándole al término “cultura” un>> sentido antropológico. Esto es, referirnos a nuestra forma de vida y>> nuestra cosmovisión como sociedad.

>>>> El pundonor, la inteligencia y la estética son parte de los valores>> del toreo: NO ME IMAGINO A LUCIO GUTIERREZ ó a ABDALÁ BUCARAM como toreros por ejemplo.

>>>> En este sentido un hombre frente a un toro enfrentando la muerte cara>> a cara ES CULTURA. Lo mismo decimos de un indígena taromenani>> reduciendo la cabeza de un huaurani ó un estudiante quiteño que en el>> día de los difuntos fue a comer catzos en Sangolquí.

>>>> Tanto en el toreo como en las artes plásticas -pintura, escultura,>> tallado, etc- ó las escénicas como la danza o el teatro no se aprecia>> solo la técnica sino la estética en sí: Tiene que ser bello y el>> intérprete excepcional tiene ángel y duende (el frasco de las esencias>> del toreo.)

>>>> La tradición del toreo viene de su doble carácter litúrgico y lúdico,>> anterior a la cristiandad. De allí su relación con las fiestas>> religiosas, la idolatría hacia el torero -que toma el lugar del>> predicador- y la actitud fundamentalista de determinados aficionados.>> Ni siquiera la iglesia católica logró abolir las corridas de toros.

>>>> NO SE EQUIVOQUE: El toro-bravo es un animal seleccionado>> genéticamente. Se le han fijado determinadas características de>> codicia, acometividad, duración, clase, recorrido, etc. Si bien un>> toro puede ser apacible y manejable en grupo, al verse solo su>> comportamiento variara drásticamente. Baste con acercarse para que>> usted se de cuenta que embiste. Además, por las circunstancias>> ambientales, su comportamiento en una plaza de toros será más complejo>> y agresivo.

sábado, 31 de octubre de 2009

Padilla sin verso/ Federico Arnás


Por Federico Arnás

Padilla no inspira a los poetas. Su aguerrida forma de ir al frente, esa sonrisa sufrida del que le pone buena cara a los toros con mala cara, ese pecho descubierto, las patillas de hacha, los cites que salen de los pulmones del miedo, no tienen verso. Padilla no se lía el capote, se ciñe un vestido que a veces parecen las paredes de un restaurante chino y hasta se cala una montera decimonónica para aguantar la guase de que parece Mickey Mouse. Lo hace Esplá y cantarían su gusto por desempolvar las láminas de La Lidia, pero si es Padilla el que se disfraza del ayer le tildan de "grasioso". Él debe estar anestesiado de todo y orgulloso de seguir en la brecha cada vez que un espejo le recuerda que la muerte le lanzó dardos al cuerpo, algunos para quedar muy cerca de la diana. Pero a mí Padilla me parece un bueno torero y a veces hasta muy bueno.

Me encantó en la miurada de Sevilla. Gocé en Valencia con su capote enganchado a un "adolfo" con tres medias que las firma su amigo Morante y le caen un soneto. Le he contemplado tirando con cintura, brazo y ritmo de un gran "victorino" en San Sebastián y le he reconocido hace unos días en Bilbao cuando desplegaba un magisterio nada exhibicionista, íntimo, acompasado y sabio. Un toro con sus problemas al que pulió, educó, dio el sitio que pedía, le ganó la acción en su momento y le echó vuelos de izquierda con su porte. Antes un capote bien tirado por abajo y un tercio de banderillas puro. Esos palos los clava cualquiera de los de plata y las crónicas cantarían sus excelencias. Pero elogiar a Padilla puede resultar sospechoso. Hubo unos cuantos pañuelos que sumados eran minoría porque no deben ser de buen aficionado pedirle la oreja no vaya a ser que piensen mal los entendidos. Ya les digo, Padilla no tiene poetas que le escriban ni crónicas que le canten. No vende, no es políticamente correcto decir que El Ciclón también puede soplar brisa reconfortante.

Hay un Padilla de largas cambiadas, galleos, chicuelinas, faroles, pares al violín, rodillazos, desplantes... Ese me gusta menos y a veces hasta me disgusta. Pero con el paso de los años fluye con más asiduidad el otro, el bueno, el qu ea lo sumo llaman buen profesionale, ese halaog que en el toreo no tiene tanto de alabanza como de sibilina crítica. Le mete mano a los de Miura, tore muy bien a los buenos "victorinos", entiende a las alimañas y se mueve con admirable soltura en el trapecia de esas corridas que le arrancan jirones al valor. Lo mismo le ves citar en la puerta e chiqueros para sortear un misil astifino que le mece los brazos a un toro que pida que lo acunen. Y cuando llega la hora de la espada es de los que se va detrás de los gavilanes.

A J.J.P. le han sobrado gestos a destiempo, voces alteradas, chalecos desabrochados, y vulgaridades cuando el toro no eera tan vulgar. Un camino corto cuando él puede exhibir un toreo largo. Está bien que le censuren lo más accesorio y teatral de su tauromaquia, pero e parece injusto que ahora que está realizando una temporada muy seria no le caiga ningún titular no vaya a pensar que al autor de la crónica le gusta el Ciclón de Jeréz. Capaz de hacer el paseillo con los puntos de las cornadas sin cerrar o con la espalda molida como en Vista Alegre sin un gesto que invite a la compasión. A Padilla lo pones en la primera línea de la pélícula 300 y sale con más de una oreja cortada.

El variado muestrario del catáloog Matilla reúne la veterana clase de un Finito que ya sólo espera a su toro, el espectáculo asegurado de El Fandi, el empaque vestido de un Manzanares que apura el último tranco de la novedad y el patito feo de Padilla, siempre dispuesto a meterle el diente a la carne más dura. Y ahí está, sobreviviendo y creciendo con 36 años en la piel, 15 de alternativa, no sé cuántas heridas y cerca de 700 corridas en la hoja de ruta. Y vaya corridas... es como si J.J.P. en lugar de Juan José Padilla quisiera decir: ¡Joder, Juan, Pelea!.

Me gustaría que antes de que se vaya haga las paces con Madrid, porque su fondo lidiador debe ener un espacio de reconocimiento ahí donde casi todo es cuesta arriba. Si lo hace espero que no le guarden renconr por haberle sonreido con guasita al 7. Un día El Fundi les dio la espalda y ahora le tocan las palmas aunque la reocnciliación ha tardado tant que casi se eterniza el divorcio de una parejadestinada a entenderse. No todos los buenos toreros tienen poetas, Por ejemplo, Padilla, que a lo sumo es un verso suelto.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Sobre Le coq y la hierbabuena/ De purísima y oro


Por depurisimayoro.blogspot.com

Las tardes comienzan de mañana, la línea blanca del tren y el aire íntimo de las estaciones en sábado. Nos reunimos los supervivientes de aquella isla de de infancia y pasado. Nos queman los recuerdos claro; los vemos venir de lejos con ese sonido de campana lejana. Y esta compañía es hielo para estas quemaduras del tiempo. Mirándonos sabemos que las verdes praderas, los días Mojados, la ciudad y sus fuentes doradas existieron. Porque Padova fue un tiempo de éxito y una barra de café y mediodía, una vida de noches y licores, de niños que nacían y mujeres que esperaban que aquel champan se apaciguara con el devenir de los placeres y los días.
Bajar la calle de Alcalá con una copa vasta en la mano, mimando la ginebra, no dejaba de ser un homenaje de aquel tiempo. Flotaba por eso la hierbabuena en este día 3 de octubre del año no sé cuántos después de los Príncipes de la fuente dorada. El tiempo no importa. Importa que perdura el azul de aquellos ojos y la hierbabuena tiene el mismo perfume de vida, la misma mirada verde para ver esta reina de ladrillo que embelesa Madrid.
Si Napoleón hubiera mandado un soldado valiente a conquistar Madrid, ese hubiera sido Castella, vestido de azul pavo, con esa línea sobre la taleguilla tan Robertodomínguez. Nada que ver con Napoleón, Castella es un látigo de mimbre con una izquierda de borgoña. Barrió Madrid esta muleta roja, azul y blanca y dibujó una trinchera eléctrica apasionada que fue rotunda conquista para Madrid. Castella tiene ese punto de sazón del éxito y una fórmula muletera pensada desde la habitación del hotel, una muleta asimétrica que pasa del toreo fundamental al espejo Ojedista. A veces tanto vaivén me saca del tiempo hermético de la faena. Aparicio tan de negro corrió más de lo que quiso y se buscó la indulgencia del pasado en una media con sabor, entre pitos, bronca y nubes negras como el azabache. Es algo indigno vivir de aquel pasado de Alcurrucén y embrujo. Es mejor guardar aquello en las dobleces de un pañuelo blanco. Aquel día que Aparicio inventó un lugar propio entre la distancia y el embrujo.

Las tardes acaban de noche con el atardecer de Madrid, un toro que todavía embiste bravo por calle y quiere seguir la estela blanca de los taxís. El latido de su asfalto, cuatro herederos que no olvidan la herencia de la memoria, el comienzo del mar; luego los besos de la despedida y con la velocidad de un tren que aún tiene una niebla de Montecristo sobre las fotografías de toreros y habitaciones de hotel. La luz de una cerilla que ilumina en penumbra la habitación mientras Morante de la Puebla, prende una habano, que es como prender el buen bajío y la ilusión, esa misma ilusión que traíamos nosotros en ver hoy un cielo de capote rosa: pero hoy llegó tarde el barco que cruzaba el océano desde Puerto Rico hasta el atraque de esta Monumental.

martes, 13 de octubre de 2009

La poesía/ Antonio Caballero


Por Antonio Caballero
Revista 6toros6 No. 789, agosto 2009.

Parece ser que están filmando en California una película sobre una torera lesbiana. Y en una entrevista cuenta la actriz protagonista que lo más difícil para ella no fueron las escenas de sexo (a estas alturas, hasta el Dalai Lama...), ni los desnudos (si son exigencia del guión…), sino “aprender a torear”. Al llegar a este punto de las declaraciones de la artista me detuve, estupefacto. ¡Ah! ¿Es que se puede aprender?

La señorita en cuestión dice que sí, y que lo único que hace falta para eso es atreverse.

No sé. No estoy seguro. Me parece a mí que no. Una vez un excelente aficionado (taurino, por supuesto: es la única palabra que nos pertenece de verdad sólo a nosotros) me dio a leer unos poemas de su propia cosecha (taurinos, por supuesto). Palidecí. Pero en fin, los leí de cabo a rabo. Cuando iba por la tercera o cuarta estrofa me acordé de la anécdota de un malhumorado crítico a quien un poeta entusiasta le había pedido su opinión sincera sobre cuál era mejor de sus poemas que había compuesto. El crítico le echó una ojeada al primero y dijo sin vacilar:

-Es mejor el otro.

De la docena que a mí me tocó leer no era mejor ninguno. Con precaución, con dulzura, como quien el habla a un amigo gravemente enfermo, se lo dije al poeta. Y alegó en su defensa:

-¡Pero si son taurinos!

Sí, sí: por supuesto. Pero no eran poemas. Quiero decir que no eran poesía. Los aficionados (a los toros, por supuesto) tienden a creer que lo sublime de su adicción basta para ennoblecer todo lo que al respecto les salga de los cojones: pasodobles, cuarteles de feria, estatuas de toreros, fotos, crónicas, elegías. Y no es así. Se trata de un error antiguo, es cierto: en él cayeron los maestros de la retórica clásica, que juzgaban la calidad de una obra artística a la luz de la elevación de su tema. Y no es así. El arte no está en el tema. Va, por ejemplo, Sánchez Cotán, y en vez de pintar una escena edificante tomada de la Historia Sagrada pinta un bodegón con un repollo y un nabo. O le escribe a Quevedo una elegía en endecasílabos al ojo del culo. La cosa es al revés: los temas “pintorescos” no suelen ser buenos temas pictóricos, y por añadidura en general son cursis. Y los temas “poéticos” producen mala poesía, salvo cuando quien los trata es un poeta de verdad: y de esos sólo hay uno o dos en cada generación y en cada lengua. Góngora, pongamos por caso, es capaz de hacer maravillas con recursos tan ostentosamente “poéticos” que parecen de caricatura, como pueden ser un clavel, la aurora, el seno:

Caído se lo ha un clavel
hoy a la aurora del seno…

Pero déle usted los mismos elementos a uno que no sea Góngora, digamos a Julio Iglesias, y a ver qué pasa.

Con lo cual vuelvo a los poemas taurinos de mi amigo el aficionado, y a las declaraciones de la actriz de cine que aprendió a torear para representar a una torera lesbiana. En todos los casos el problema es el mismo. Es necesario atreverse a ser poeta para ser poeta, y es necesario también atreverse a torear para ser torero. Pero no basta con atreverse.

Un gran poeta, Rainer María Rilke –uno que, con todo y ser alemán, una vez se atrevió a escribir un poema taurino nada menos que en Ronda- dio un consejo sabio en sus “Cartas a un joven poeta”:

- Si no es absolutamente necesario, no escribas.

A mi amigo el aficionado poeta, o poeta aficionado, le cité el consejo de Rilke. Se lo tomó muy en serio conmigo. Y ahora pinta.

domingo, 11 de octubre de 2009

Cómo ver una corrida de toros/ Gregorio Corrochano


Por Gregorio Corrochano

Para ver una corrida de toros, es condición indispensable no perder de vista al toro. Es muy importante lo que hace el toro. Donde está el toro, está la corrida. el que sólo mira al torero, ve la mitad. Hay que mirar al toro y al torero, pero primero al toro. Todo gira en el ruedo alrededor del toro. Por él dictó la experiencia de los grandes maestros las reglas de la Tauromaquia, que son las leyes de la gravitación del toreo. El toro, no solamente es el protagonista, es el objeto del espectáculo. El espectador que distrae su vista del toro, en aquel instante deja de ver la corrida. Al mirar al toro, no solamente vemos lo que hace el toro, sino lo que hacen con él los toreros. Y relacionando lo que hace el toro y la intervención del torero, que esto es la corrida, juzgamos. Acabamos de definir la lidia. La posibilidad del toreo, la da el toro. Y de esto depende el conocimiento del espectador.

No olvidemos esta premisa: el toreo es función del toro.El estado del toro no es fácil verlo, suele ser confuso, lo que da lugar con frecuencia a desacuerdo en la interpretación del toreo. El toro unas veces trae resabios adquiridos en el campo por causas varias, que no vamos ahora a analizar; otras veces los adquiere durante la lidia. Si sale con resabios visibles, toda la lidia debe orientarse a corregirlos; se podrá o no, pero debe intentarse. Si no manifiesta resabios en los primeros momentos, toda la lidia debe orientarse a evitar los resabios de una lidia equivocada; a que no “aprenda”, como dice el público, y dice bien, porque los toros “aprenden”. No olvidemos, que todo lo que se hace con el toro es burla molesta, y esto contribuye a desarrollar su instinto defensivo, “aprende” a defenderse. La bravura es el grado superlativo del instinto. El toro no acomete por comer, acomete para defenderse, embiste en defensa propia a lo que teme y tiene más cerca de los ojos. El aprovechamiento de esta condición, única de esta fiera, es la fuente del toreo.

La bravura del toro tiene un gran parecido con el valor del torero. Porque si el toro defiende su temor al hombre que le hostiga y le hiere, acometiendo con bravura, el torero tranquiliza su miedo toreando valerosamente. Sus dos miedos se encuentran, se retan y chocan, el miedo del toro bravo al torero, y el miedo del torero valiente al toro. Este acoplamiento de bravura y valor, al enfrentarse, y temerse, hace posible la maravilla del toreo. El toro abanto que sale huído buscando una salida, y al no encontrarla se para, y se crece al castigo, es un caso tipo de la bravura como recurso del instinto.El toreo tiene su explicación en el movimiento geométrico de dos líneas: una vertical, que es el torero, y otra horizontal, que es el toro. En tanto la línea vertical gira sobre sí misma sin variar de punto de apoyo en el suelo, la línea horizontal tiene que trasladarse, haciendo un recorrido para ir y otro para volver. En aprovechar todo este tiempo empleado por el toro en embestir y revolverse, en ir y venir, que por rápido que parezca, es lento si se compara con el giro del torero, está basada la defensa del torero y la posibilidad del toreo. En esta sencilla lección de geometría nace toda la difícil teoría del arte de los toros.

La bravura, más o menos desarrollada, y más o menos sostenida, es la que sufre cambios, se modifica por el castigo y por los incidentes de la lidia, y a ello deben estar muy atentos, el torero que se enfrenta al toro, y el público que tiene que estimar lo que hace el torero. El error, al primero puede serle fatal; la ceguera del segundo le lleva a la incomprensión o a la injusticia. Aunque no fuera nada más que por esto, la atención al toro la considero capital.De aquí se deduce: que hay que lidiar los toros, que hay que saber lidiarlos y que la lidia es fundamental en la corrida, tan fundamental que da nombre a la condición del toro: toro de lidia. Un toro mal lidiado es un drama donde ninguno sabe su papel. A veces ni el toro. Hacemos hincapié en esto, porque es frecuente en la afición novata entender por lidia: esfuerzo, vulgaridad, trabajo de trotarruedos, toreo de gañanía, torpeza. Lo torpe es entender así la lidia, que es finura de observación, vista, inteligente conocimiento de las reses, facilidad de adaptación, dominio del toro y del toreo. Un gran lidiador es siempre un gran torero, con raíces clásicas, aunque se permita, por las circunstancias, licencias modernas y personales. Si no sé cómo es el toro, no sé cómo es el torero. Si el toro es pastueño, boyante, tranquilo, que se queda donde le dejan, y cuando le llaman va, que deja colocarse tranquilamente al torero, de los que por su bondad extremada, se le compara en las viejas revistas con “una hermana de la caridad”, no con falta de respeto a la hermana, sino como término de comparación inigualable de bondad en bárbara pero expresiva metáfora, entonces, todo lo que se haga con este toro tiene una importancia artística y estética en al que hay que dar su parte al toro, que ayuda y no es peligroso. Este toro tiene la bravura precisa para no parecer manso, para pasar por bravo y dejarse torear.
Si el toro es de bravura revoltosa, que cuando pierde el engaño se vuelve rápido en su busca, y se “come la muleta”, y no deja entrar al torero en su terreno, es intolerable al cite, y de bravura agresiva, todo lo que se haga con este toro hay que apuntárselo al valor, al conocimiento y al dominio del torero. Este toro es verdaderamente bravo de raza. Es peligroso. Hay que saberle torear para no invertir los términos, y que sea el toro el que toree al torero, lo que he visto muchas veces.

Los toros mansos si no son de sentido, no tienen ninguna importancia; si se saben torear son muy lucidos, por contraste, porque el público no espera nada. Si son de sentido, hace falta un torero y un hombre.

Por el estado del toro, por la condición del toro se debe medir al torero. ¿Ese lance es precioso? ¿Cómo es el toro? ¿Esa faena es buena? ¿Cómo era el toro? ¿El toro rueda de la estocada? ¿Cómo entró y dónde dejó el estoque, en las agujas o en los bajos?

jueves, 1 de octubre de 2009

"Las culturas se deben respetar"



“Las culturas se deben respetar” (New York Times)
Tomado de http://www.burladero.com/


El diario The New York Times publica, su sección de arte, un amplísimo trabajo dedicado a los festejos taurinos del pasado fin de semana en Barcelona y a la repercusión de la iniciativa legislativa popular que se debatirá en el Parlamento. El reportaje, firmado por el crítico de arte del diario, Michael Kimmelman, aborda todos los puntos de vista.
El autor asegura que "José Tomás todavía atrae multitudes. Para los aficionados es la última y mejor esperanza para el toreo, como se llama la tauromaquia. Solitario, es un torero de la intrepidez sobrenatural y tranquila, llena de historia y misterio, que se retiró en 2002, a los 27 años y la altura de su fama, sólo para regresar de forma inesperada cinco años más tarde en Barcelona para lo que resultó la primera vez en veinte años que se vendieron los 19.000 asientos de la Plaza Monumental"
Kimmelman hace un análisis de la situación actual: "En los últimos tres decenios, la disminución de interés entre los jóvenes catalanes se ha combinado con la presión de los defensores de los derechos de los animales y de los nacionalistas catalanes a paralizar toreo en Cataluña. En las cuatro provincias de la región se han cerrado plazas de toros; Barcelona es la única que sigue activa".
Sin embargo, no siempre fue así: "Lo que está claro es que durante los primeros años del siglo pasado, en Barcelona había no menos de tres plazas de toros. Es la meca de los aficionados. Hubo más corridas aquí desde la década de 1920 hasta la década de 1960 que en cualquier otra ciudad española".
Michael explica en el diario más importante del mundo que "el toreo es una cuestión de patrimonio cultural español, dicen los aficionados. Europa podría unirse en torno a intereses comunes sociales y económicos, pero las culturas nacionales deben ser respetadas, y el toreo representa la diversidad cultural".

'Europa es cada vez más grande y Barcelona más pequeña'

En el reportaje se ofrecen también testimonios. Uno de ellos es el del escritor Robert Elms, británico especializado en viajes, quien asegura que "en un momento en que Europa es cada vez más grande y más multicultural, Barcelona es cada vez más pequeña y catalana. Es la vanidad, esa es la única palabra".

Vanity habla de una cultura de la inseguridad nacionalista "La posible prohibición es similar a una ley aquí que requiere a los escolares a recibir la mayor parte de su educación en catalán, no español".
También se ofrecen testomios de Paco March, crítico taurino de La Vanguardia, quien confiesa que los compañeros de su hija, de 15 años, la llaman fascista porque tiene una foto con un torero pegada en su cuaderno. "Siento rabia que en nombre de la democracia -explica March- una minoría de opositores del toreo podría borrar los derechos de otra minoría, los aficionados, que están disfrutando de lo que hay en este país, un espectáculo legal que expresa verdades profundas sobre la vida y la muerte llevados a sus extremos. "

March concluye asegurando que "queremos ser diferentes del resto de España por no matar a los toros", dijo. "Pero sólo estamos matando a nuestra propia cultura".
Pase lo que pase en la tramitación en el Parlamento, el Kimmelman explica con claridad que "sería un error concluir que el fin de las corridas de toros aquí anuncia su prohibición en toda España. Esta es una presión que España siempre ha resistido desde el Parlamento Europeo y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para poner fin al toreo. ¿Qué le pondrá fin, en todo caso, la indiferencia pública, la competencia más barata de entretenimiento como el fútbol y los juegos de vídeo o el paso de una generación de aficionados?".

miércoles, 30 de septiembre de 2009

El mito de Curro Romero/ Ignacio de Cossio


Conferencia pronunciada por el escritor, periodista y crítico taurino Ignacio de Cossío con motivo de los Cursos de Verano de la Universidad de Almería, celebrado el pasado miércoles 8 de Julio de 2009 en la Plaza de Toros de Roquetas del Mar, junto al historiador y cronista José Luis Suarez Guanes y al taurino y mozo de espadas del gran Faraón, Gonzalo Sánchez "Gonzalito".

¡Señoras y señores! Buenas tardes y gracias a todos por acompañarme un día tan especial. En primer lugar quisiera felicitar al Ayuntamiento de Roquetas de Mar en su Área de Educación y Cultura, a la Universidad de Almería y a la empresa de la Plaza de toros de Roquetas de Mar, especialmente en la figura del diestro Víctor Zabala de la Serna, por concederme la posibilidad de encontrarme aquí en la ciudad de Roquetas del Mar y ante los universitarios almerienses para hablarles del maestro Curro Romero.Curro Romero, es el último torero de leyenda, de personalidad arrolladora, mitificado hasta la misma linde de la mitología taurina. Su toreo tan lleno de garbo, señorío y empaque ha sido imposible de explicarse del todo, resulta difícil catalogarlo, encasillarlo por su forma de interpretarse, no es sevillano, no es agitanado sino más bien rondeño pero no totalmente, era personalísimo, inconfundible, irrepetible como la esencia de Romero, Curro Romero sin más.Llegó al toreo por el camino de la necesidad, que no es otro que el que alimenta el espíritu de los valientes. Nace, en el seno de una familia humilde y obrera que pastorea ganado tras la guerra civil en el Cortijo de Gambogaz propiedad del General Gonzalo Queipo de Llano, y allí mismo guardando vacas, ovejas y cochinos escucha los primeros olés de su vida, arrastrados por el viento, que desde la Maestranza le llegaban con el río. A los catorce años de edad cuando siente la necesidad de escapar de ese mundo que le rodea, se adentra en el planeta de los toros, un territorio que no le era menos familiar por otra parte pues su padre era un buen aficionado e incluso tenía un tío paterno que llegó a torear de becerrista en la plaza de toros de Sevilla. Con el apoyo de los suyos y el paso de unos años comienzan los tentaderos que le permitirán debutar de luces con éxito en la Pañoleta el 25 de Julio de 1954; y dos meses más tarde hacer lo propio con caballos, concretamente el 8 de septiembre en la ciudad de Utrera, actuando con Juan Gálvez, Paco Corpas y Ruperto de los Reyes, recogiendo un sonoro triunfo. Su carrera se toma un descanso a la vuelta de su actuación en Barcelona el 1 de enero del siguiente año para incorporarse al servicio militar en la Maestranza de Artillería de Sevilla sito a escasos cien metros del Coso de Baratillo. Una vez licenciado y con la recomendación de su apoderado Antonio Chaves, nieto de “Camero” – el que fuera picador con Joselito, y con la intermediación de Diodoro Canorea-, logra debutar en Sevilla, el 26 de mayo de 1957, sustituyendo al herido Juan García “Mondeño”.La tarde de su presentación en Sevilla y especialmente la faena realizada al sexto novillo de la tarde de nombre “Radiador” de Benítez Cubero, causó un impacto mayúsculo entre los aficionados que pronto comienzan a comparar su personalísimo empaque y majestad con el mismísimo Reverte o Antonio Fuentes.En su primera etapa surge el Romero más puro, el más clásico, el más belmontino, fiel a la mejor tradición de los toreros de los años treinta. Si Paula fue el sueño del Pasmo, Curro es su sonrisa, la alegría, el disfrute del arte. Toreo cien por cien natural, aunque, sin el dramatismo ni el barroquismo gitano, se convirtió de repente en la sombra del toreo flamenco en pro de esa cruzada que se dió en llamar por y para el arte.Recordemos los versos del poeta valenciano Rafael Duyos:¿No hay guitarra que te cante?¿No hay soleá que te nombre?¿No hay son de palmas que digaLo lento de tu capote…?En aquellas fechas puede decirse que nació a la vez el movimiento más leal que ha existido alrededor de la figura de un torero, cuasi una religión, más conocido como el “currismo”. De Sevilla se extendió a todo el país formando legiones enteras de aficionados que le siguieron, lo esperaron y se deleitaron con su buen toreo desde entones hasta hace casi nueve años en donde decidió retirarse definitivamente tras un festival toreado en La Algaba, contando con sesenta y seis años de edad; y cuarenta y dos años de profesión a sus espaldas.El paso de Curro Romero en la historia de la tauromaquia ha sido trascendental pese a demostrar una irregularidad considerable en su trayectoria profesional. Las tardes gloriosas se intercalan con las más decepcionantes, descubriéndonos hitos y cifras que nos hacen romper cualquier otra estadística conocida, lo de Curro era imprevisible, tenía que estar muy seguro que el toro tenía condiciones ya que para su forma de interpretar el toreo requería de un toro bravo que siempre obedeciera hasta el último tercio y eso según el maestro apenas salía muy de tarde en tarde.A lo largo de su extensa carrera se puede afirmar que el estilismo y la personalidad arrolladora de Curro Romero, unido a un gran oficio y una buena técnica a su servicio para abreviar con el toro que no le convenciera y finiquitar al complicado, le convirtió en un erudito taurino, con él cada fracaso le daba tanto caché como a los demás los éxitos, convirtiéndose aún durante sus tardes negras en todo un héroe popular.En el recuerdo de aquellos años se conservan faenas memorables como la de su debut en la plaza lisboeta de Campo Pequeño, en donde se entretuvo en dar cuatro vueltas al ruedo mientras que los capitalistas al finalizar el festejo se lo llevaron a hombros hasta el hotel situado a cinco kilómetros de la plaza. Tan solo Manolo dos Santos en su despedida y Curro Romero en su debut novilleril han logrado salir a hombros por la plaza portuguesa. Curro deja tras de sí toda una manifestación de partidarios y detractores, que se afianzan con el tiempo, heredándose de padres a hijos. Su toreo no deja a nadie indiferente, genial en todo y por todo, hermanado con el Divino Calvo, Rafael El Gallo en aquello de hacer de la improvisación inspirada por los sentimientos toda una religión. Nunca se sabía que iban a hacer, ni el cómo ni el porqué. Capaces de todo y de nada. De armar un alboroto o formar la marimorena. De triunfo increíble o de fracaso impensable. De dos orejas y rabo o toro al corral. Siempre distintos y únicos de un día para otro.La alternativa no se hace esperar y la toma sin pena ni gloria el 18 de marzo de 1959 en Valencia contando como padrino Gregorio Sánchez y testigo Jaime Ostos, el toro tocado en suerte del Conde de la Corte se llamó “Vito”. Otra actuación En el Domingo de Resurrección en Málaga le preparan para su vuelta a la Feria de Abril en Sevilla. Esta sería la primera de sus cuarenta ferias abrileñas interrumpidas en las que tomó parte el camero.La tarde de 26 de mayo de aquel año frente al novillo “Gallego” de Peralta, realiza una de sus mejores faenas. Las fotos de la efeméride delatan un toreo de cante grande, de mucha entrega, de compás abierto, de pierna adelantada, de manos muy bajas, arrastrando el capote a lo Curro Puya.Antonio Díaz-Cañabate notario de excepción del triunfo de Curro con el de Contreras afirmó tras su actuación maestrante:“Ya ví a Curro Romero. Sevilla es la tierra del duende. El duende es lo misterioso del arte flamenco. Curro Romero vino a la Feria y el duende lo acompañó escondido en el capote embrujado, en la muleta. Y no fue Curro Romero. Fue el duende el que toreó ¿Quién si no es capaz de ensoñar unas verónicas como las que vimos al duende que cosquilleaba a Curro Romero y que se abrieron en el tercer toro...como rosas? ¡Pues vaya por las rosas!, que se metieron en el aire transformadas en prodigiosos lances por la magia del duende inspirador (…) Y en el sexto…era al anochecer. El sol, en cielo aún, pero no en la Maestranza. Luz de crepúsculo incipiente. Luz desmayada de Sevilla en abril. Y el duende brincando en la muleta de Curro Romero. “Vamos pa el toro, que esta muy güeno”. Y el duende, quietecito en la muleta dijo por lo bajines: ¡Allá va el misterio! ¡Allá va el arte! Los tres pases por bajo, asombrosos, se quedaron como tres esculturas de manos griegas. (…) Y a la salida me tropecé a Curro, calle Adriano adelante en alto de la multitud, mientras el duende se quedó en el ruedo, dormido sobre tres pases asombrosos, almohada de la gracia.Gregorio Corrochano no se queda corto tampoco y remata faena el mismo día:“Curro Romero bordó el toreo, según dijo una linda mujer de mi vecindad; pintó el toreo, dijo un hombre; esculpió el toreo, opino yo. Porque es verdad que tenía primor de bordado; es verdad que tenía colorido de paleta de pintura; pero también es verdad que la pintura tenía relieve, y eso ya es escultura. Tenía son de armonía y composición; por eso cuando sonó la música en la faena yo no sabía si tocaba la banda de la plaza o salía el pasodoble de la muleta de Curro Romero; de aquellos primeros pases tan precisos, tan limpios, tan medidos, que parecía que el toro empujaba la muleta con su aire, sin lograr alcanzarla con las astas…”Sevilla no dejaría de disfrutar con su arte en otras tardes apoteósicas como: la del sobrero de Clemente Tassara en el año 60 en donde la afición afirmaba que se marchaba un torerazo llamado Manolo González y que llegaba él con aire fresco; la tarde en solitario con los seis toros de Urquijo del 66 en donde le otorgarían ocho orejas, único espada hasta el momento que logrado obtener tantos trofeos en la Maestranza; otra faena a otro toro de Urquijo en el 67; la tarde del 68 frente a distintas ganaderías; la del 80 frente a un toro de Carlos Núñez; o la del toro de Martín Berrocal en el año 72 en donde cortó 3 orejas y se negó a salir a hombros. Cinco que bien pudieron ser seis Puertas del Príncipe atesora nuestro Curro de su paso por la Maestranza.Curro es una realidad que nos afecta desde muy pronto a todos, recordemos a D. José María de Cossío en sus últimas palabras rescatadas de su Disertación final de los toros en su último tomo del Tratado Técnico e Histórico de Los Toros publicado en 1961, al terminar pronosticando una realidad muy próxima:“Hay un diestro de Camas, Curro Romero, apunta, y ya más que apunta, todo el embrujo el toreo sevillano, con un son menos jubiloso y un aire más grave, pero no menos depurado y atractivo. (…) Curro Romero pertenece a esa especie de toreros artistas que produce Andalucía, puede decirse que por la gracia de Dios. La calidad de su toreo es extraordinaria y, aún en tardes menos afortunadas, perceptible por los verdaderos aficionados. No busca el éxito en excentricidades ni nuevas suertes, sino la personalidad que presta a los eternos lances de la lidia" .Curro Romero en aquel entonces contaba con tan sólo veintiocho años de edad y dos de alternativa.Por aquellos primeros años sesenta le cogen mucho los toros y le hieren de suma gravedad. Era una quimera, se decía torear con aquella pureza a cualquier toro. En la segunda etapa, Curro sufre, una auténtica trasformación estética, comienza la reencarnación de Cagancho basado en un toreo más suave, más frágil y menos grave. El arte de Romero nace en las yemas de los dedos nadie mece la verónica con tanta suavidad, con tanta dulzura un lance se convierte en una pura caricia. Los pies asentados en la arena, el pecho fuera, siempre vestido como un príncipe y luego como ligaba uno y otro lance de punta a punta de la plaza. Desde una trinchera a un cambio de manos todo en él parecía realizado sin esfuerzo aparente. La hondura de la primera época se transformó en empaque, cadencia y arte.El poeta montañés Gerardo Diego nos desvela el secreto de su verónica caló:Lenta, olorosa, redonda,La flor de la maravillaSe abre cada vez más hondaY se encierra en su semilla.Cómo huele a abril y a mayoese barrido desmayo,esa plaza de desgana,ese gozo, esa tristeza,esa rítmica pereza,campana del sur, campana.La confirmación en la capital se confecciona con un cartel netamente sevillano: Pepe Luis Vázquez, Manolo Vázquez y Curro Romero con toros de Eusebia Galache, se celebra el 19 de mayo de 1959 y se suspende durante la lidia del tercer toro, tras una lluvia persistente. No hay opción de ver a Romero pero la empresa repite cartel el 20 de septiembre del mismo año y Curro lo borda con un sobrero de Aleas de nombre “Regatero”.Cañabate nos relata con entusiasmo la faena al día siguiente en el Diario ABC:“Los espectadores abrieron los ojos nada más ver los dos ayudados por alto iniciales de la faena de Curro Romero. Espatarrado, cimbreante el cuerpo, cargando la suerte con majeza y empaque. Y de aquí para adelante. Una faena de toreo puro. Una faena llena de hermosura, la sin igual hermosura del toreo clásico realizado y realzado con la arrogancia, la finura, y el temple de un muchacho con gran planta de torero. Naturales con la derecha. El solo adorno de dos molinetes. ¡Pero qué molinetes! Lentos, lentísimos, suaves rítmicos, armoniosos. Se despertó Curro Romero y tan luminoso fue su despertar que el crepúsculo vespertino parecía un amanecer. El amanecer del toreo puro, casi siempre nublado por las nubes de lo monótono, de lo vulgar. Mató de una estocada, le concedieron una oreja y salió a hombros”. En Madrid con esta primera salida a hombros adquiere un cartel inmejorable, siempre con máxima expectación, en donde se le ha esperado y querido mucho. Allí sumaría siete de las ocho Puertas Grandes que pudieron ser pues también se negó a salir a hombros otra tarde en Las Ventas. Desglosemos sus apoteósicas salidas venteñas: la del 59 con el mencionado de Aleas; la de la faena al arellano del 62; la tarde en la corrida de la Prensa con los alipios en el 63; la tercera salida a hombros en el año 65, dos más en el 66 con toros de Antonio Pérez de San Fernando y la del 67 con el famoso “Marismeño de Benítez Cubero junto a Camino y Puerta. Curiosamente el día antes de la faena al citado “Marismeño” en el mismo escenario se dejó un toro vivo de “Cortijoliva” que resultó muy manso en el primer tercio y que por discrepancias presidenciales acabó el diestro sevillano detenido y conducido al calabozo. Más tarde en el año 73 es cuando se niega a salir a hombros tras una gran faena de dos orejas a otro toro de Benítez Cubero, inexplicablemente.Otra de sus gloriosas faenas y posiblemente la mejor de todas, según el cronista Vicente Zabala Portolés, se produjo en el Corpus de Granada el 23 de Junio de 1973, como así nos la relata con verdadera pasión el genial cronista madrileño desde el coso de Los Cármenes:“Las manecillas se habían detenido para ver torear. Y los gitanos del Albaicín rompieron a cantar por lo grande, y los de la Peña Platería lloraban como niños, y los jardines morunos se deshacían en fragancias, y los gorriones inmovilizaban el vuelo justo sobre la plaza de toros, y las gargantas enronquecían perdiendo la noción de los olés, y se sentían las sonantas, y Rafael llamaba a Chicuelo invitándole a que se asomara a los palcos del cielo…”Para Curro Romero el torear es un ejercicio del espíritu, es parte de su vida, es la fuente de su inspiración diaria en donde solo hay majestad y armonía, allí parece detenerse el tiempo, ya no se trata de torear despacio sino de perder la noción de la realidad y trasportarnos con él a imágenes del pasado. Curro frente al espejo de su cuarto de camas cuando toreaba de salón con el capote de su tío; Curro en la soledad silbante del artista entre los pinares de Aznalcázar a primera hora de la mañana, en el color de sus trajes en donde el verde se extiende como un arco iris desde el verde botella, mar, manzana, pistacho, lago hasta su talismán aceituna, transformado en música celestial cada pase con sus únicos instrumentos: el capote y la espada, haciéndonos a todos más presente ese aroma y esa esencia de romero.Decía Vargas Llosa que nunca había visto hacer el amor a tanta gente y al mismo tiempo que cuando toreaba el Curro Romero en la Maestranza. Algo de seducción hay en su toreo embriagador, mágico y silencioso. El escritor peruano nos recordó que el toreo es un espectáculo que se desdobla: el del torero y el del amor compartido y exhibido sin vergüenza, el del espada cuyas acciones y desplantes se ven enriquecidos por la calidez del sentimiento que, como un efluvio, mana de los tendidos hacia el albero, incitando al diestro a triunfar, a doblegar a su adversario, y el del artista que, potenciado por el mimo y el halago, por la fe y el cariño que suscita, se empeña y multiplica. Curro Romero nunca se traicionó a él mismo y a su personal toreo, siempre supo esperar y nunca se quedó a medias cuando el toro lo merecía; en definitiva que no pensó a lo largo de sus muchos años en activo en otra cosa que en los toros. Su afición desmedida posiblemente fue el secreto de su notable éxito y fama. Él nos enseño la fuerza del toreo con su diminuto capotito y muleta, especialmente a la diestra en un mundo en que además y todavía continúan todos corriendo sin pararse.En su tercera y última etapa valía el precio de la entrada por sólo verle hacer el paseíllo con aquella elegancia heredada de Lagartijo, que hasta en las tardes más aciagas nadie como él tenía aquella dignidad torera hasta abandonando la plaza llena de almohadillas.En el recuerdo de aquella época tres tardes felices, la faena de los naturales en San Sebastián en el año 73; una grabada a fuego a cámara lenta en la retina de muchos aficionados dibujando cuatro derechazos eternos ligados en redondo vestido de canela y azabache al toro “Caraderosa”, de Garzón en las Ventas junto a Antoñete, celebrada el 7 de junio de 1985, en aquella ocasión tras el triunfo de Antoñete todos salieron hablando de Curro, como lo haría….; y otra la faena llena de empaque en el año anterior al toro “Flautino” de Gabriel Rojas en Sevilla, un lunes de farolillos con sabor a resurrección romerista y otra gran faena.Todos en mayor o en menor medida nos identificamos con él, nos hizo sentir compañero en la derrota y triunfadores junto a él ante el éxito. Puede decirse que fue una parte de nosotros mismos, a Curro hay que quererle, no hay mas remedio. Los anticurristas han sido los más fieles y los que más le han amado y es que, como me contó en alguna ocasión una gitana en Triana, es una chispa lo que hace ser distinto a los demás. El ser más grande, el revelarse contra lo rutinario. Curro Romero lo ha sido no solamente en la plaza sino en la calle, como así lo hemos podido comprobar quienes hemos tenido la gran suerte de haberlo conocido de cerca, ya no podemos verlo de otra manera, el representa nuestro último mito del toreo, la última leyenda viva. Muchos años de gloria para el único faraón vivo del toreo.

martes, 22 de septiembre de 2009

Cicatrices y alternativas/ De purísima y oro


De niño vi cicatrices que recorrían muslos. Boquetes de pitones como volcanes secos sin vida. El cuello rasgado al final de un pase de pecho en Sevilla. Y luego la leyenda de cada cornada me era contada como una jarcha de sangre y cloroformo e inoportunidad. Bilbao: habitación de hotel: una taleguilla rota, una circunferencia más o menos la moneda de un duro, que rompe la seda grosella, dejada velozmente sobre la cama por un mozo de espadas que regresa como un escudero al hospital y abandona el vestido del guerrero mientras yo me encierro y me pruebo la chaquetilla de oro. Veo a Morante ahora mirar sus cicatrices, lejos de aquella actitud miedosa y blanda, de aquella cornada también de Sevilla y el cartucho de pescao. Morante sabe que la geografía que visita hace tiempo, tiene voces y astas que parten los muslos. Ese toreo suyo que como en los versos de San Juan de la Cruz: salir sin ser notado, se agarra al suelo, se aploma y se hunde, nos lleva a esa mísitca inexplicable de su capote. No es extraño que Morante visite en agosto el sol helado del quirófano por andar rondando ese lugar flamenco y eléctrico, donde plantar la silla y palmear: jugar al arte. Fuera de aspavientos, polvo y zapatillazos. Lo pensaba viendo a Morante en una fotografía, seguir el sendero de su cicatriz, el mapa cerrado de la sangre, con una camiseta negra, el pelo revuelto como Camarón, un corazón rojo, las letras de Nueva York. Quizá por eso soñé hoy con una plaza circular de Nueva York, que era como un ruedo de modernidad y rascacielos donde Nora me espera comiendo un helado blaco. Un kiosko que no vendía más que libros de Julio Valdeón y un hombre rubio vestido de novio que bajaba las escaleras del metro. Será la semana llena de zozobras, reapariciones y alternativas, de coches averiados y también rayados por niños que no saben torear de salón. Será que reaparece Morante el miércoles en plena meseta y le veremos a portagayola, mientras un hombre se encierra en el campo de sus pensamientos, prepara la silla, sueña con esa maestranza asturiana, se viste de luces, coloca las estampas sobre la mesa imaginaria de la soltería antes de trenzar el paseíllo líado del amor.

lunes, 14 de septiembre de 2009

LOS HEREDEROS DEL PATRIMONIO CULTURAL DE LA TAUROMAQUIA


La Tauromaquia es una manifestación cultural que durante siglos ha construido un patrimonio material e inmaterial reconocido por todos los pueblos del mundo. Este reconocimiento se expresa cada año con la presencia de cientos de miles de turistas de todas partes que asisten a las plazas de toros a presenciar este espectáculo y que consumen cualquier género de objetos relacionados con la Fiesta que se llevan como “souvenir” a sus lugares de origen.

Durante los últimos cuatro siglos la Tauromaquia ha ido evolucionando hasta el espectáculo que vemos hoy. Es ésta una realidad incontrovertible, como lo es también que la Tauromaquia nació en el Mar Mediterráneo y se extendió hasta el Mar Caribe, del otro lado del Atlántico, donde se practica y proyecta con extraordinaria intensidad desde los mismos años del descubrimiento de América.

El patrimonio de la Tauromaquia se ha ido constituyendo inveteradamente, muchos se han dejado la vida en ello, y está integrado por las prácticas, técnicas, ritos, liturgia taurina, usos y costumbres que se han transmitido de generación en generación, en un proceso evolutivo y modernizador que la ha llevado a ser reconocida como una de las bellas artes.

Son parte de éste patrimonio los instrumentos con que se practica el arte de torear, capotes, muletas, espadas, algunas de ellas templadas en la mas antigua tradición del forjamiento del acero, y muy particularmente, esas obras de orfebrería que son los vestidos de torear, realizados por sastres de toreros, un oficio que en muchos casos también se transmite de generación en generación.

Igualmente integran éste patrimonio los espacios donde la Tauromaquia se practica, las plazas de toros, algunas de las cuales son verdaderos monumentos arquitectónicos de siglos pasados y del presente, así como los espacios o dehesas donde se cría el toro de lidia, ese animal único en su especie, con cientos de miles de hectáreas dedicadas a su crianza, autenticas reservas ecológicas y ambientales, sus cortijos, sus plazas de tientas, etc.

Finalmente conforman éste patrimonio los museos taurinos que son visitados por miles de personas en cualquier parte del mundo, y mas específicamente, lo integran las innumerables obras de arte que se han realizado sobre el tema taurino en las mas diferentes expresiones de la cultura, la pintura, la escultura, la literatura, la música, la poesía, el cine, el cante, el baile, la publicidad, etc. Tantas que no serian suficientes el Museo del Prado y el de Louvre juntos para albergarlas.

Muchos de los artistas o literatos, filósofos, sociólogos o antropólogos que se han acercado a la Tauromaquia para inmortalizarla con sus obras han encontrado en ellas altas cotas de su expresión artística o intelectual. Goya con su Tauromaquia, Federico García Lorca con su Llanto por Ignacio Sánchez Mejias, Ernest Heminway con su Muerte en la Tarde o su Verano Sangriento, la Tauromaquia de Picasso y el Güernica, con el toro como testigo, Fernando Botero con su Obra Taurina, y así muchísimos más. No en vano García Lorca la calificó como la fiesta más culta del mundo.

Pues bien, ese patrimonio lo hemos heredado quienes amamos esta fiesta, tanto profesionales como aficionados. Algunos de éstos herederos continúan engrandeciéndola, los toreros perfeccionando el arte de torear, los ganaderos criando el toro mas apto para la lidia de hoy; también continúan exaltándola los artistas que la siguen pintando, esculpiendo, musicalizando, convirtiéndola en poesía, en lírica, en música, en literatura, en definitiva en arte.

Otros herederos, como los aficionados, que tanto la disfrutamos, podemos tener frente a dicho patrimonio dos actitudes: la de actuar como herederos displicentes e irresponsables, no comprometidos, en cuyo caso ese patrimonio corre serio riesgo de perderse, o por contrario asumir la actitud del heredero responsable, que si bien no puede hacer nada por incrementar ese patrimonio, si puede hacerlo por defenderlo, mantenerlo y conservarlo.

Y éste justamente es el compromiso que solicitamos a quienes podemos hacer algo para que la Tauromaquia pueda ser reconocida definitivamente, de una manera formal por la Unesco, como un bien que es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Muchas gracias.

Williams Cárdenas Rubio
SGT de la Asociación Taurina Parlamenteria
Palacio del Senado
23.06.09

domingo, 6 de septiembre de 2009

El currismo como rebelión/ Antonio Burgos

Antonio Burgos

¿ Dónde están ahora los que lo hacen tema de sus chistes, los que lo zahieren con sus burlas, los que hacen pronósticos sobre cómo han de ser los carteles del año 2000, los que dicen que cuando le hagan un monumento su escultura habrá de estar en Camas y la del toro en Santiponce? De los que decían que nuestro Curro Romero de nuestra alma, nuestro mito, nuestro héroe contra el tiempo, estaba acabado, ¿qué se hizo? Venga, venga, hablen ahora, después de la gesta de Málaga con el toro de Gabriel Rojas, que los que estuvieron en La Malagueta todavía están por la calle, toreando tal como salieron de la plaza, tratando de perpetuar en el tiempo esa escultura de arena que es siempre el recuerdo de una faena redonda, envolvente, perfecta, genial, como dicen que fue la del ídolo de nuestro culto.
Sí, esto del currismo es un culto como otro cualquiera, es una fe, que se alimenta de revelaciones luego contadas por los profetas y evangelistas, como fue el camino de Damasco de la feria de Málaga.
En mundo cada vez más laico y agnoticista, quedamos los curristas con el convencimiento de que somos una secta de una religión en retroceso, que es justamente la negación de todos los ideales de nuestro tiempo. Vivimos en una sociedad donde los que triunfan son los valores justamente contrarios al dogma estético y ético del currismo. Ahora triunfa y es mayoritariamente aceptado todo lo que supone el éxito fácil, a favor de corriente y de los gustos mayoritarios del público. En un mundo informatizado y tecnificado, triunfa lo seguro, lo que tiene más probabilidades de éxito.
Todo se hace según las encuestas de opinión, desde los programas de los partidos políticos al diseño de los líderes, pasando por los modelos de lavadoras o los televisores con mando a distancia. Vivimos el tiempo de lo light, de lo que ha dejado de ser lo que era para tratar de sobrevivir. Ni la cerveza sabe a cerveza ni el tabaco sabe a tabaco, como el socialismo no sabe a socialismo y hasta Fidel Castro pide dólares, que es como si el Papa pidiera los cuernos y el rabo de Satanás. El mundo, además, es de los jóvenes, de los que hacen tabla rasa con el pasado. Cuanto más se ignore la historia, a veces por simple analfabetismo, más moderno se es, y más progresista.
Grecia queda muy lejos. Roma es, todo lo más, donde vive Fellini, no la imperial. Los clásicos no eran la perfección, sino unos pesados y antiguos que nadie lee, y de los que además ni siquiera llevan una obra al cine cuyo protagonista sea, cómo no, Antonio Banderas. Todo tiene que ser cada vez más liviano, más productivo, más apto para el consumo de grandes masas. Juventud, dinero, éxito, vacuidad de principios, tales son los nortes de esta sociedad desnortada...

... Y en esto que llega Curro Romero en Málaga, que supone todo lo contrario. Curro Romero es el ídolo de los que no vivimos en el hedonismo del triunfo a cualquier precio, del dinero fácil del mogollón gregario de las encuestas que aseguran la producción masiva de petardos hechos a la exacta medida del mercado que los ha de consumir en gran escala y hacer ricos a todo el mundo. Curro Romero es el reino de la duda en este mundo de certeza, el imperio del acaso, del quizá, del quién sabe, del puede ser. No da dinero. Es más, cuesta mucho dinero invertir en este valor absolutamente improductivo, que hay que asistir muchas tardes, cientos, hasta que se produce el prodigio de la verdad revelada del arte. Y todo, además, en lo más mínimo light, sino duro y con todos sus avíos. Por derecho. Sin adulteraciones ni versiones descafeinadas, acalóricas, en que todo el mundo deja de ser lo que es para tratar de seguir siendo contra las leyes del tiempo.

Ahí la grandeza de Curro. La absoluta certeza de la improbabilidad en el mundo de las seguridades. Con la faena de Málaga, estamos alimentados para muchos meses en nuestra fe. Las leyes del currismo no son de esta tiempo. Clásico es lo que no se puede hacer mejor. Proclamar el clasicismo en un tiempo de modernidades es la suprema rebeldía de nuestro Curro, de nuestro héroe fuera de las leyes de este tiempo.