lunes, 12 de febrero de 2007

CONCLUSIONES DE LA FERIA DE QUITO 2006

FERIA DE QUITO 2006: ANÁLISIS DE UNA FERIA HISTÓRICA

Las personas somos complejas por definición, pero lo apabullante no es que lo seamos, sino que estemos conscientes de que lo somos. En eso radica la diferencia entre pasar por la vida y vivirla. ¿De qué te serviría que alguien venga y te diga que eres taurino si a final de cuentas no eres consciente de ello? Ya te pueden decir lo que quieras, que te dará igual. Eso es precisamente lo maravilloso de esta vida: vivir (con sus alegrías, faenas, experiencias, tristezas, etc.) es una labor estrictamente personal e intransferible.

Esa complejidad es la que hace que los taurinos seamos una especie distinta, cada uno con sus complejidades, aficiones y temas; pero con algo en común: el toro. Ilusionados con la posibilidad de tomar la vida para vivirla y emocionarnos.

Ortega y Gasset decía que “la misión de todo aficionado no es hablar de toros seriamente, sino apasionadamente. De no hacerlo así faltarían a su cometido y quedaría amputado todo un hemisferio de la fiesta taurina consistente en la resonancia inacabable de lo que acontece dentro de las plazas…”. Esa trascendencia es la que llevó a El Albero Peña Taurina a organizar su coloquio sobre la Feria de Quito 2006 con el fin de poder conversar y sacar positivas conclusiones para la Fiesta en Ecuador:

EL TORO

“Huagrahuasi (y Triana), el infalible hierro de José Luis Cobo, el mejor ganadero de Ecuador, que ha echado una feria completísima –dos indultos y dos vueltas al ruedo-…” en palabras de Paco Aguado (6toros6, No. 650 de 12 de diciembre de 2006). Le embistió todo, resaltando así el gran momento por el que atraviesa esta casa ganadera. La cabaña brava ecuatoriana ha tenido un repunte importantísimo: hay que destacar a las ganaderías de Santa Coloma, Campo Bravo y Carlos Manuel Cobo.

LOS TOREROS

Sin duda uno de los hitos que han convertido en histórica a la Feria de Quito, además del juego de los toros, ha sido la solvencia y pundonor con la que han resuelto sus presentaciones los toreros contratados. En especial, la ya mítica corrida de la lluvia y dos faenas perfectas, profundas y de gran calado a cargo de El Juli y Miguel Ángel Perera.

La confección de los carteles suponemos fue hecha tomando en cuenta la rivalidad. Sin embargo, la presencia de figuras como Enrique Ponce, artistas como Morante o toreros finos como Manzanares, no debe dejar de tomarse en cuenta.

En cuanto al capítulo nacional, lamentamos concluir que existe un déficit que tiene que superarse. Al parecer, la ausencia de Guillermo Albán fue determinante para que este año el saldo arroje números rojos. Salvando el matador Juan Francisco Hinojosa y los novilleros Martín Campuzano y Álvaro Samper (en ese orden), el paso de los coletas ecuatorianos fue intrascendente. Sin duda la falta de oportunidades para torear en una profesión en la que la experiencia es fundamental, es determinante para el resultado técnico; sin embargo, la falta de oficio se ha convertido en la excusa perfecta “para justificar una injustificable falta de ambición” en palabras del propio Paco Aguado.

OTROS

El despliegue de los medios de comunicación fue masivo. Cada vez hay más radios con programas taurinos, los periódicos dedican más espacios, los medios televisivos sacan al aire programas taurinos. De todos modos, no es suficiente. Lo ideal debería ser que el despliegue informativo sea constante a lo largo del año. Es importante retomar los espacios perdidos.

La labor de la Autoridad de Plaza ha sido muy bien solventada. Es importante que la autoridad no descuide el cumplimiento de la Ordenanza Taurina, en especial lo referente al despuntado. Confiamos en que estamos en buenas manos.

No sólo hay que resaltar el ámbito taurino. El éxito económico alcanzado se ha visto reflejado en gran medida en la entrada que se pudo apreciar durante toda la Feria. Llenazos impresionantes que dan cuenta del buen estado de salud que goza la Fiesta en Quito.

Creemos que los réditos económicos que la actividad taurina produce a la Empresa y al Municipio a través de impuestos deberían reinvertirse de alguna manera en la misma Fiesta a través de proyectos de peñas taurinas, escuelas e incluso festejos menores. Esperamos también que los carteles no se abaraten y las contrataciones sigan siendo de primer nivel; única manera de mantener el bien logrado mote de “la mejor Feria de América”.

Quizás lo único reprochable fue el hecho de que las peñas taurinas no cuenten con su espacio dentro de la Plaza de Toros. Fue queja común el hecho de que se prohibió que las peñas, como tradicionalmente ocurre en plazas a nivel mundial, exhiban sus pancartas. La explicación de la empresa fue que esos espacios requieren de autorización y tienen un costo. Incluso, las peñas taurinas mantienen actividades a lo largo del año y eso, de alguna manera, repercute en los ingresos de la misma Empresa. Son detalles taurinos que no se deben de dejar pasar.

Ha sido una gran Feria, donde el sabor de tardes históricas y el recuerdo de grandes faenas quedarán en nuestra conciencia. Tantas tardes, tantas alegrías. Fue una Feria que se fue en el tiempo, pero se quedó en la historia. Ver ahora a la Plaza Quito es pensar en esa clínica de sueños e ilusiones.

Empapado esa última tarde, caminaba errante lleno de lágrimas y gotas. Mi alma estaba llena. Pensaba en muchas cosas, en la grandeza del toreo. Se me vino a la mente una frase que había leído en algún lado: "La gratitud es la memoria del corazón". Así que opté por pensar que seguramente esa es la razón de que en algunos momentos sienta que me pesa tanto el hecho de que la Feria haya concluido... no debe ser tristeza, sino que excedí el límite legal de memorias acumuladas. Es gratitud, aunque sea tan fácil confundirla con la tristeza. Esa tristeza llena de ilusión (y gratitud) de que tendré que esperar un año más, para volver a tener mi Feria.



El Albero Peña Taurina/ febrero de 2007