sábado, 28 de noviembre de 2009

La alegría de la fiesta/ Esteban Ortiz Mena


(Apuntes de lo ocurrido en la primera corrida de Feria)

Por Esteban Ortiz Mena



Diario Hoy, 29 de noviembre de 2009

En los toros ve uno siempre cosas que no espera. Y por eso el toreo sigue, y sigue, y sigue… por eso vamos con alegría a la Plaza, a disfrutar de lo inesperado. Por ejemplo, no respondió a las expectativas la complicada corrida que se lidió el día de ayer con el hierro de Trinidad; sin embargo, la gente disfrutó con dos espectaculares tercios de banderillas que tuvo como único protagonista a El Fandi; y, se entregó con Rubén Pinar, un torero honesto que demostró por qué estaba contratado para Quito.

Sin duda, El Fandi es un fenómeno pocas veces visto. Su poderío físico hace temblar a la altura de Quito… y a cualquier toro que corre tras él luego de sus pares de banderillas. Deslumbra no sólo por la espectacularidad en la ejecución al banderillear, sino también por la forma como literalmente detiene a los toros que, desarrollando una característica como la acometividad que los distingue de otros bovinos, acuden tras él luego de ejecutar de diversas maneras esta suerte que domina.

Quito “Enfandilado”, alegre y dispuesto a disfrutar con esas cosas que no espera, pero que como buen devoto, reacciona con asombro cuando ocurren. Seguramente la historia taurina de esta Plaza le llevará a los lugares más altos de los toreros banderilleros elegidos por Quito para que se vuelvan sus referentes taurinos. Ya ocurrió con el portugués Víctor Méndes, ídolo en esta plaza, que deslumbró en los años ochentas ejecutando esta suerte.

Rubén Pinar demostró inteligencia, pundonor y honestidad al momento de plantear las dos faenas más intensas de la tarde de ayer. Se entregó a una Plaza que no le conocía y encontró que el público de Quito responde muy bien cuando descubre que los toreros que se presentan se entregan en el ruedo. Vuelta al ruedo fue poco premio para lo que demostró.

Por eso, en la alegría de la fiesta, como menciona Antonio Caballero, está el origen del toreo, y también su permanencia. Por eso sigue, y sigue, y sigue…

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