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domingo, 31 de enero de 2010

Novillero tricolor torea en Colombia/ Esteban Ortiz


Esteban Ortiz Mena
Diario Hoy, 31 de enero de 2009

El novillero ecuatoriano Carlos Lárraga se abre paso en tierras colombianas, luego de sus triunfos en plazas locales, lo que le valió el trofeo Capote de Brega que entrega El Albero Peña Taurina al mejor novillero ecuatoriano sin picadores de la temporada 2009, fue contratado para actuar en algunas plazas.

El pasado 10 de enero, toreó en la ciudad colombiana de Popayán en la novillada nocturna que celebró la capital del Departamento del Cauca por sus festividades, alternó con los novilleros locales Andrés Valencia y Guillermo Valencia. Según las crónicas, Lárraga demostró sus buenas maneras, aunque falló con la espada, que le privó de un reconocimiento mayor.

También, en la Plaza de Toros de Manta (Colombia), el 12 de enero toreó con Cristian Castiblanco y Noel Pardo, cortando una oreja luego de una meritoria actuación. Durante la lidia del festejo, resultó volteado, produciéndole lesiones en el rostro, sin mayores consecuencias.

Por sus buenas actuaciones, Lárraga toreará el próximo 21 de marzo en la localidad de Choachi, con lo que cerrará sus actuaciones en tierras colombianas.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Cuando con los ojos cerrados se ve mejor/ Esteban Ortiz Mena


Por Esteban Ortiz Mena

¿Cuántas veces cierra uno los ojos para no ver y cuántas para ver mejor? Me lo pregunto porque creo pensar que la diferencia entre una cosa y otra puede ayudarnos a elegir mejor. Qué fácil es cerrar los ojos y llenarlos con nuestras más privadas y liberadoras fantasías y que pocas veces lo hacemos.

Julio Cortázar decía “cuántas veces habré empezado o terminado una frase con los ojos cerrados”. Cerramos los ojos cuando pasamos por una panadería y percibimos el olor que las bendice. Cuando sentimos aquella música que repleta nuestros sentidos o al llegar a una plaza con la ilusión de que algo puede pasar y suspiramos sólo con pensar en aquello. Con los ojos cerrados sin duda se ve mejor.

He visto toreros que, en su intimidad, cierran los ojos antes de que salga el toro en el burladero de matadores ensimismados en sus pensamientos. Me resisto a creer que se trate de miedo (aunque una buena dosis de aquello exista) si no que creo que se acerca más a lo de Cortázar. Ahí empieza a fluir la inspiración.

Ayer Castella toreó con los ojos cerrados. Dos faenones dos, de toreo grande. Es un torero que está a un nivel altísimo y en cualquier fase de la lidia se le ve a gusto. No hizo más que torear y darse el lujo de indultar un toro que fue de menos a más. Pudo haber cortado dos orejas más, pero ya daba igual porque el toreo había trascendido. Esos trofeos hubieran servido únicamente para aquellos que gustan de los números y las estadísticas.

Luis Bolívar fue más artesano que artista. Cortó dos orejas trabajadas, una en cada toro, con faenas de distinta intensidad. Pero si Bolívar salió en hombros fue por la ejecución de la suerte suprema. ¡Cómo mató a sus dos toros!

Huagrahuasi se reivindicó con una corrida noble en su mayoría. El indulto, excesivo o no, es un premio para la labor del ganadero y un triunfo de la fiesta. Pues ni más ni menos, más bien más, en una tarde cortazariana, para cerrar los ojos (al inicio y al final) y recordar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Un festival de lágrimas y emociones/ Esteban Ortiz Mena

Por Esteban Ortiz Mena

Diario Hoy, 3 de diciembre de 2009



Extraño esa capacidad de llanto y alarido. Correr con lágrimas en los ojos sin que importe nada más que el lamento (y los motivos que lo producen) es algo que asombrosamente olvidamos con el tiempo.

Pero el toreo nos devuelve, aunque sea a ratos, la posibilidad de que la emoción se transforme en lágrima. El toreo es tan grande que desborda lo que sentimos, nos llena tanto el alma que logra humedecer nuestros ojos con mucha facilidad. En los toros, las lágrimas brotan sin explicación, por generación espontánea, cuando lo que se ve (y se siente) llega a los sentidos. Si no, pregúntenle a los 14 mil espectadores que fueron ayer a disfrutar del festival benéfico.

Quizás Castella fue más estético o El Juli más profundo, que cortaron una oreja, Adame más alegre que cortó dos… pero Martín Campuzano puso lo emotivo. Así como puso de cabeza una plaza que le devolvió su cariño.

Así lloró en silencio Martín Campuzano. Lloró Rafaela, su hermana, que no dejaba de temblar, contagiada por la intensidad de lo que su hermano creaba y el público entregado veía. Los toros están hechos de momentos y a más intensidad, más profundos se vuelven; más calan en nuestros sentidos. En eso radica el arte: en revolver los sentimientos. “Los sentimientos son pensamientos en conmoción” decía Unamuno… pues en eso también, porque el pensar es un sentir y “la emoción del toreo, para el que lo hace como para el que lo ve, nace de ese pensamiento conmovido”, sentenciaba Bergamín. Eso sucede cuando a una profesión sacrificada se le devuelve entrega y pundonor.

Le correspondió en suerte un extraordinario novillo de Vistahermosa, otro de los culpables de que hayamos vivido momentos de intensidad que fue premiado con la vuelta al ruedo y las dos orejas para el ecuatoriano.

La gente vino por el Juli y Castella (estaba repleta la plaza, tanto que hasta las astas de las banderas estaban llenas), que no defraudaron, pero terminó entregándose con Martín Campuzano, porque esta vez, él se entregó con Quito. Y nos hizo emocionar.

martes, 1 de diciembre de 2009

“Cuando el dedo señala la luna, el imbécil mira al dedo”


Por Esteban Ortiz Mena

Diario Hoy, 2 de diciembre de 2009

Asesinos, retrógrados, violentos, masoquistas, perversos, putrefactos, arcaicos. Así es como califican los antitaurinos, entre los epítetos más decentes, a todo aquel que guste de la fiesta brava.

Rafael Lugo escribe que “a la postre, para la mayoría la idea obligada es amar a Dios sobre todas las cosas y odiar a quien piense diferente, porque se nota que el hombre ha entendido que prójimo solo es aquel que piensa igual, y el que no cree lo mismo es infiel, impío, hereje, perro sarnoso, humanoide descartable, cualquier cosa, pero prójimo jamás”.

Y eso es lo que tenemos que evitar. No entiendo de odios (seguramente los antitaurinos sí) y me opongo radicalmente a que se realicen manifestaciones violentas sólo por pensar distinto. La riqueza de la humanidad está en su diversidad, en la capacidad de contradicción que tenemos, en saber crecer; y no en oponerse ni en intentar cambiar de hábitos a quien piensa distinto.

No hay proporción comparable entre una convocatoria que reúne a más de 14 mil aficionados en una plaza de toros por día de corrida, frente a los 40 que gritan afuera.

Tampoco queremos convencer a nadie de que le gusten los toros, pero a desaparecerlos hay un abismo. El problema de la oposición a una práctica tradicional es que esta puede trasladarse a otras que forman parte de la identidad y afirmación cultural de un pueblo. En realidad no existe diferencia conceptual entre oponerse a la ópera que a una corrida de toros. Por eso es tan absurda una oposición al tema, sobre todo cuando es producto del desconocimiento y más aún cuando aporta tanto a una ciudad. Para muestra el festival benéfico que se realizará hoy, cuyos fondos serán destinados para realizar causas sociales en beneficio de la colectividad quiteña. ¡Ven la diferencia!

De la corrida de ayer poco. No fue una tarde afortunada, aunque siempre hay algo que rescatar, como por ejemplo la integridad de los pitones con la que se presentó. En fin, habrá mejores… por eso volvemos siempre a una plaza con la ilusión de mirar a la luna.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Samper y las ganas de ser torero/ Esteban Ortiz Mena


Por Esteban Ortiz Mena

Diario Hoy, 30 de noviembre de 2009

Entre los valores de cualquier torero destacamos siempre algunos principios fundamentales: el valor, la capacidad técnica, el temple, la pureza y la entrega. Si bien es un elemento recurrente en los toreros, este último en los novilleros adquiere una jerarquía superior.

Ningún torero está nunca del todo hecho (salvo los mediocres). En particular el novillero que tiene las falencias propias del que empieza y carece de la experiencia de una profesión exigente que va formando a los toreros con cada capotazo. Pero Álvaro Samper de eso va sobrado: ayer vimos un novillero cuajado, solvente y entregado. Es decir, en novillero.

Si bien en el mundo del toro nada es suficiente, pudimos ver a un torero con la claridad como para crear dos faenas sólidas ante dos novillos completamente distintos: al bueno (aunque al de Mirafuente le faltó fuerza y transmisión) al que le cortó una oreja; y ante el manso y peligroso (si mataba bien seguramente cortaba otra). Y en ambos estuvo muy bien. Su sola comparecencia justificó el valor de la entrada. Aunque si a eso sumamos las dos orejas del rejoneador Montes y la poderosa faena del español Javier Cortés a su segundo novillo, podemos decir que el espectáculo tuvo momentos muy interesantes, aunque nunca llegó a romper por la mansedumbre de los novillos.

Volviendo a Samper, sus progresos hacen que estemos delante de un torero que puede trascender, si se lo propone. Y confiamos en que así va a ser. El día de hoy toma la alternativa y sin duda podemos decir que está plenamente capacitado para triunfar. Pero triunfar sin justificaciones, con el corazón por delante y con esa necesidad de querer ser un torero caro. Siempre en novillero. A la actitud me refiero.

Juan José Padilla sintetiza esa necesidad de triunfar cuando cortó 3 orejas a los de Miura en San Fermín: “Recuerdo que me perfilé para matar al quinto y pensé: si me coge, ¿qué más da, si mañana no tengo nada importante que hacer?”.

Álvaro, pues eso.

sábado, 28 de noviembre de 2009

La alegría de la fiesta/ Esteban Ortiz Mena


(Apuntes de lo ocurrido en la primera corrida de Feria)

Por Esteban Ortiz Mena



Diario Hoy, 29 de noviembre de 2009

En los toros ve uno siempre cosas que no espera. Y por eso el toreo sigue, y sigue, y sigue… por eso vamos con alegría a la Plaza, a disfrutar de lo inesperado. Por ejemplo, no respondió a las expectativas la complicada corrida que se lidió el día de ayer con el hierro de Trinidad; sin embargo, la gente disfrutó con dos espectaculares tercios de banderillas que tuvo como único protagonista a El Fandi; y, se entregó con Rubén Pinar, un torero honesto que demostró por qué estaba contratado para Quito.

Sin duda, El Fandi es un fenómeno pocas veces visto. Su poderío físico hace temblar a la altura de Quito… y a cualquier toro que corre tras él luego de sus pares de banderillas. Deslumbra no sólo por la espectacularidad en la ejecución al banderillear, sino también por la forma como literalmente detiene a los toros que, desarrollando una característica como la acometividad que los distingue de otros bovinos, acuden tras él luego de ejecutar de diversas maneras esta suerte que domina.

Quito “Enfandilado”, alegre y dispuesto a disfrutar con esas cosas que no espera, pero que como buen devoto, reacciona con asombro cuando ocurren. Seguramente la historia taurina de esta Plaza le llevará a los lugares más altos de los toreros banderilleros elegidos por Quito para que se vuelvan sus referentes taurinos. Ya ocurrió con el portugués Víctor Méndes, ídolo en esta plaza, que deslumbró en los años ochentas ejecutando esta suerte.

Rubén Pinar demostró inteligencia, pundonor y honestidad al momento de plantear las dos faenas más intensas de la tarde de ayer. Se entregó a una Plaza que no le conocía y encontró que el público de Quito responde muy bien cuando descubre que los toreros que se presentan se entregan en el ruedo. Vuelta al ruedo fue poco premio para lo que demostró.

Por eso, en la alegría de la fiesta, como menciona Antonio Caballero, está el origen del toreo, y también su permanencia. Por eso sigue, y sigue, y sigue…