sábado, 29 de diciembre de 2007

El toreo, patrimonio ecológico (I) / Santi Ortiz


Por Santi Ortiz

6toros6, No. 585/ 13 de septiembre de 2005

La fiesta de los toros encarna un bastión capital del patrocinio ecológico de España, pese a la condena que la sección beata del ecologismo militante ejerce contra ella. Quiero precisar que es tan sólo una parte del “movimiento verde” y no todo él quien, desde el analfabetismo de su brújula rota, la emprende contra nuestra fiesta sin reparar siquiera que con ello no hace sino tirar piedras contra los principios que dice defender.

Me parece oportuno insistir en que es una parte y no un todo el conjunto del ecologismo quien enarbola la enseña antitaurina porque, de lo contrario, parecería que nuestra crítica condena a un movimiento que estimamos absolutamente necesario para salvaguardar el planeta de los abusos y depredaciones que sobre él viene practicando el hombre en nombre de la civilización y del progreso. Su encomiable trabajo ha hecho posible que la ecología pase a formar parte del sentido común de la gente y que su referencia sea obligada tanto en los programas políticos electorales como en el discurso público de los empresarios.

De aquella romántica aventura que llevó a docenas de idealistas a bordo de un viejo barco atunero hacial el paraíso del archipiélago de las Aleutianas con el disparatado propósito de frenar las pruebas atómicas estadounidenses, hasta el compacto entramado de tendencias diversas y asociaciones de toda índole que configuran el espectro del ecologismo actual, han pasado más de treinta años. Gracias a su encomiable esfuerzo, el ecologismo se ha convertido en el eficaz guardián y controlador de la complicada problemática del medio ambiente, jugando un papel importantísimo de la desaceleración de las centrales nucleares, el crecimiento de las energías alternativas, la educación ambiental, la defensa del litoral, el control de vertido y de la polución atmosférica, la denuncia de los alimentos transgénicos, el reciclaje de residuos, la conservación de la naturaleza y la defensa de la biodiversidad. Nadie que piense en estos problemas con un poco de perspectiva de futuro puede dejar de agradecerles por su pelea por evitar que leguemos a las generaciones venideras un planeta agonizante y esquilmado.

El ecologismo utópico

Sin embargo, por los pasillos de este ecologismo científico y real transita otro de tremebunda idiocia; un ecologismo utópico negado a contemplar la realidad del mundo en que vivimos; un ecologismo elitista, mesiánico e “iluminado” tremendamente refractario a las críticas internas o externas, en cuya concepción de un mundo mejor parece que estorbamos los humanos: es la sección beata del hermanó hurón y la hermana pantera, el que convierte la ecología en un fanatismo casi religioso que antepone el supuesto “derecho” de un pago, una cobra o un orangután al de la propia especie humana. Esta versión franciscana de la Arcadia ecológica me parece de una execrable hipocresía además de una solemne estupidez, ya que, aferrándose con obstinada irracionalidad a opciones inviables, atenta contra la credibilidad del ecologismo real, lo desprestigia y hasta entra, a menudo, en contradicción con los fines que en teoría pretende conseguir. Por ejemplo: propugnan ser contrarios a la desaparición de las especies, pero no encuentra una manera más efectiva de hacer desaparecer la del toro de lidia –a la que dicen proteger- que tratar de abolir las corridas de toros. La razón no es sólo porque sin ellas la inutilidad del ganado bravo y el elevado costo de sus cuidados y manejo conducirían a su desaparición, sino porque gracias a la existencia del toreo el toro de lidia no ha desaparecido de la Tierra.



La raza bovina provista de bravura es una variedad zoológica arcaica que, como el resto de especies vacunas mansuelas o domésticas proceden del Bos primigenius, animal de fiera agresividad al que los alemanes llamaban auerochs y nosotros conocemos por uro a partir de que Julio César latinizara el vocablo. Este toro salvaje, que encampanaba su amenazante testa a lo largo y ancho de Europa, no logra superar como especie viva el final de la baja Edad Media, aunque haya documentos que prueban la existencia en el siglo XVII de un reducido número de cabezas en un bosque situado a medio centenar de kilómetros de Varsovia. Allí muere, en 1627, la última vaca de la especie, como hace unos meses, en los Pirineos, la última osa autóctona que nos quedaba.

El toro, superviviente ibérico

Es un enigma aún no resuelto por qué los descendientes bravos del uro desaparecieron de Europa y del resto del mundo y no de España. He aquí un problema para los ecólogos y los zoólogos –sean favorables o contrarios al espectáculo taurino- están obligados a tratar de esclarecer. Alguna que otra teoría de poco peso existe al respecto, como la defendida por el escritor Pepe Alameda en un ensayo surcado por importantes inexactitudes históricas, según la cual el toro bravo no desapareció de España en la Edad Media porque tanto moros como cristianos procedieron a criarlo para su respectivo entrenamiento bélico.

Sin embargo, pese a las tinieblas de su origen, dos hechos son innegables: uno, que en los últimos cuatro siglos la conservación del toro de lidia español se debe, primero a las fiestas de toros de la nobleza, y, luego, a las corridas de a pie; y do, que el actual toro bravo es un producto seleccionado por el hombre a través de los siglos para la lidia en la plaza; un animal, pues, que no es fruto de la selección natural que lucha por la vida propicia en la mayoría de las especies, sino de los criterios de selección que los ganaderos han venido practicando con él a lo largo del tiempo en su búsqueda del toro idóneo para la lidia.

8 comentarios:

EL BUHO ANDINO dijo...

Sería ideal en un blog, no recurrir
a viejos textos extranjeros reciclados que no soportan la menor argumentaciùon de quienes estamos por la vida en todas sus formas
(de los toros, los toreros, los caballos, los banderilleros, los , monos,las hormigas y un largo etc. de especies en donde el hombre
no dejar ser una más)sin embargo la "solemne estupidez" a la que se refiere el 3autor" es un honor para quienes no somos ni solemnes
y peor estùpidos para validar
semejantes erudicciones "taurománticas"

Anónimo dijo...

Creo que el artículo es interesante pues contiene elementos históricos que debemos conocer.
Sin embargo, resulta importante reconocer que el mundo del toro va a más allá de la plaza y que existe elementos culturales que han generado toda una identidad tanto en el Ecuador como en otras partes del mundo.
En nuestro caso, el toro está presente en casi todos los festejos populares en la serranía ecuatoriana. La fiesta popular gira en mucho en torno a éste y sin estos festejos muchas tradiciones también se perderían. El toro es parte de nuestra cultura.
Si bien no se puede negar la existencia de condiciones que pueden ser consideradas como crueles no son menos crueles que otras prácticas culturales existentes, como las peleas de gallos y las "corridas" de gallos (tradición poco conocida pero existente en nuestro país) o la presentación de animales salvajes en espectáculos circenses o el mantenimiento de los mismos en parques para su exhibición.
Todas estas son manifestaciones de una cultura, que como se señala en el artículo pueden contribuir a la conservación de especies que de otra manera se habrían extinguido. Son simplemente espacios que la humanidad ha encontrado para relacionarse con una o más especies y ello ha conducido a su conservación.

Alejandro Ponce Villacís

Anónimo dijo...

Sr Alejandro Ponce Villacís, felicito sinceramente a su manera coordial y respetuoza de denfender a sus ideas, es muy diferente a la forma en que suelen comentar los taurinos en este blog, sin embargo creo que su posición se debe a un desconocimiento sobre la problemática de los animales y el medio ambiente alrededor del mundo y en el Ecuador, en particular; además del desconocimiento sobre la cultura popular en nuestro país, le remito a un par de libros sobre la cultura ecuatoriana para que se informe, son: Ecuador, identidad o ezquisofrenia de Miguel Donoso Pareja y Ecuador: señas particulares de Jorge Enrique Adoum, donde podrá darse cuenta que la cultura popular consisten en otras prácticas no en la matanza de animales.
Por otro lado, el de protección de animales y ecología le informo que en el Ecuador es imposible hablar sobre una conservación ecológica venida de la cianza del toro de lídia, puesto que el toro de lídia no es de este lado del continente y además porque se lo cría en páramos que son lugares muy susceptibles de extinguirse gracias a las prácticas ganaderas que terminan con las especies de animales y plantas endémicos.
Además los toros de lídia no conservan ninguna linea de pureza como lo afirma este texto, si no que nacen de una previa elección de especies y el cruce de las mismas, y si en todo caso los criadores de toros de lídia mantendrían a la especie como dicen, pues solo nos muestra la forma retrograda y abergonsante que los seres humanos hemos tenido para conservar a los animales, es decir para burlarnos de ellos y masacrarlos hasta la muerte.
Tampoco es que los ganaderos han pensado en la mantención de especies y la ecología cunado crían animales, pues si lo harían dejarían de crear animales de consumo que son la tercera causa de polución en el planeta y por sobre todo si se interesarían sinceramente en el tema criarían osos polares, no le parece?
Un saludo,
Jonathan Melo

EL BUHO ANDINO dijo...

bien y además que es muy peligroso
mantener una idea del siglo XIX acerca de la "selección de especies" hace ya tiempo desmitificada por biólogos modernos
como Linn Margulis (simbiogenética)
o Rupert Sheldrake (campos morfogenéticos) consultarlos por favor si tienen tiempo...
la tierra viva e inteligente (James Lovelook) vive ya mil de millones y ha generado miles de especies, incluída el hombre, que apenas aparece en su faz hace unos cuantos cientos de miles; quién ha creado a quién; con esas teorías trasnochadas sobre selecciòn podemos llegar a afirmar que hay
unos pueblos encargados de guiar o
de cuidar a los otros, unos estratos sociales a otros y así
que los tauromános pasan de exterminadores a ser
"ecologistas de los toros"

Anónimo dijo...

Las identidades culturales se construyen en el tiempo, de acuerdo con la evolucion del conocimiento, de los valore, de niveles mas altos de conciencia de los derechos propios y ajenos. Sostener hoy que la crueldad contra los animales, asi como la esclavitud, la intolerancia, la violencia de genero y muchas practicas aberrantes son parte de identidades historicas inmutables es pensar que la historia se detuvo hace varios siglos, pero por suerte no es asi, la humanidad evoluciona, aunque para algunos les cueste romper sus esquemas mentales, Ninguna forma de violencia o sadismo contra animales indefensos puede ser aceptado como natural o cultural, menos ser considerada como "fiesta".Defendamos la vida y hagamos un mundo cada vez mas digno para todos.

Anónimo dijo...

En realidad tengo un conocimiento bastante amplio sobre el tema ambiental. No creo necesario el destacarlo. Sin embargo, si bien la producción ganadera tiene una alta incidencia en el ambiente por la producción de metano, estoy seguro que la ganadería de lidia tiene una muy baja incidencia en el ambiente, pues hoy son pocos los lugares en donde existe. Ahora, si bien durante largo tiempo la ganadería de lidia se condujo en los páramos, en la actualidad esto se ha ido modificando, pues el páramo tampoco es el mejor ambiente para el toro de lidia, por ello hoy existen ganaderías en otros lugares fuera del páramo.
Como lo señalé en mi comentario anterior (y no soy el único que lo ha mencionado) el toro simplemente es parte de nuestra realidad cultural.
Evidentemente, la cria del toro de lidia no responde a un interés ecológico, sin embargo ha servido para mantener esta raza (con las modificaciones introducidas como producto del proceso de selección) que de otra manera habría desaparecido. Por ello, señalé que el artículo me pareció interesante.
Las actividades humanas tienen siempre impacto en el ambiente y muchas veces tal impacto proviene inclusive de prácticas culturales que pueden ser en ciertas ocasiones beneficiosas y en otras perjudiciales. Estas son simplemente parte de una realidad en la que vivimos.
En relación con las especies la actividad humana no sólo ha permitido el mantenimiento de los toros de lidia, como se describe en el artículo, sino también ha rescatado razas de otros animales, como lo es el caballo de ambladura (o de paso) que se extinguió en Europa y simplemente se ha mantenido en Perú, Ecuador y Colombia (en cada país con carácteres propios).

Alejandro Ponce Villacís

Anónimo dijo...

Mi estimado Alejandro Ponce, aprecio mucho sus conocimientos sobre medio ambiente, pero el tema no es el medio ambiente sino la ecología, no es el medio de reproducción y realización humano, sino la visión de que somos parte de algo, ese es un problema epistemológico el término medio ambiente.
Por otra parte, este texto es descontextualizado y responde a un proceso dialógico entre taurinos y animalistas, es por eso que a los animalista ecuatorianos nos parece graciosos que reproduzcan textos extranjeros sin tomarse la molestia de analizar a nuestra realidad, bien dice usted que la problematica de la crianza de ganado es un problema ecológico, yo agrego a la emanación de metano las grandes cantidades de agua y alimento que ingiere el ganado y que bien podría acabar con el hambre en el tercer mundo.
Además, sugiero el tema la crianza del ganado de lidia junto con la ganadería para consumo puesto que estas actividades económicas son hermanas en nuestro país, es decir las mismas personas que crían ganado de consumo crían al ganado de lídia, y volviendo a los fundamentos, existe una visión de explotación alrededor de los animales en estas dos actividades.
Si se comenta sobre la conservación de especies a través de actividades culturales humanas, abrá que preguntarse cuanto especies ha extinguido y sigue extinguiendo el ser humano por sus mal habidas costumbres.
Definitivamente el llamado es porque los conocimientos se actualicen, no se puede justificar la mantención de una especie unicamente unicamente para la diversión humana, eso es egoismo y por sobre todo especismo, y es lo que ha llevado al mundo al actual estado de las cosas, cerca de la extinción de todas las especies

Anónimo dijo...

Este seudo argúmento ecológico sólo se lo puede tomar cómo la respuesta que dan los taurinos a las inquietudes de miles de personas que no pueden soportar esta masacre (y no hablo sólo de los ecologistas o animalistas, pero de un gran número de personas de esta sociedad nueva). Yo creo que los taurinos sólo se interesan de ecología desde que se les ha pedido justificaciones. En otras circunstancias nunca se les habría occurido conservar una especie o un cierto tipo de vegetación, sino que su objetivo primordial siempre ha sido el de hacer beneficios sobre su ganado y sobre sus espectáculos.

Por otra parte quería decir que talvéz a un cierto tipo de toro ibérico se lo ha conservado o a un cierto tipo de caballo (que no son en ningún caso los animales originarios, ya que se los selecciona de acuerdo a ciertas caractéristicas e intereses). Pero aquí no dice, y este es un hecho, que al introducir ciertas especies extranjeras al Ecuador han desaparecido inúmerables especies endémicas.