miércoles, 28 de noviembre de 2007

CONOCER EL TORO/ Paco Aguado



Paco Aguado
6toros6 No. 682 de 24 de julio de 2007

Que nadie crea que estas líneas esconden la melancolía del añorante ni la cerrazón del fundamentalista. Hay experiencia suficiente como para tener por seguro que la técnica de los toreros de hoy es, por pura mejoría con el paso del tiempo y acumulación de saberes, bastante más concreta que la que mostraban sus compañeros de hace décadas, ya incluso desde que salen de las escuelas taurinas.

Por tanto, nostalgia, ninguna; tampoco incomprensión. Pero sí que, a tenor de lo que se ve ahora en los ruedos, late cierta preocupación ante un fenómeno que se repite con más frecuencia de la deseable: una mayor estandarización, un cierto mimetismo técnico por parte de los toreros jóvenes, derivado a su vez de la falta de reflexión y análisis, no tanto de los propios protagonistas sino de sus consejeros y preparadores.

Esa estandarización técnica, que limita los recursos y la flexibilidad de opciones estéticas y de fondo, puede que se derive también de la estandarización de las embestidas, del comportamiento prácticamente parejo de una cabaña de bravo demasiado homogénea, con un mayoritario dominio del encaste parladeño.

No hablamos de este tonto tópico del “monoencaste” del que se quejan los aficionados “toristas”, entre otras cosas porque dentro de la extendida estirpe Domecq hay ya tantas diferencias como ganaderos propietarios. No es de eso de lo que hablamos, sino de un comportamiento muy similar dentro de los distintos grados de raza y bravura de una sangre que ofrece unos resultados medios de muchas “garantías” –de ahí su implantación- pero con matices muy semejantes. Hablamos de que esa mayoría de “parladés” que se juegan en las plazas del mundo hace que a los toreros les baste un suficiente conocimiento de sus particularidades para afrontar con éxito su lidia, sean cuales sean las dificultades que planteen.

Pero la cuestión es que, al margen de “atanasios” y “domecqs”, son cada vez más difíciles de ver en las plazas animales de otras sangres, con sus diferentes peculiaridades y comportamientos. Y cuando sale alguno de estos ejemplares se hace más patente, por falta de costumbre y análisis, esa monotonía técnica a la que nos referimos, muy adelantada para el toro mayoritario pero no siempre válida para el minoritario.

En este sentido, hablábamos hace una semanas del toro “parado” de Núñez, pero también habría que hacerlo, entre otros, del trotón o andarín de Saltillo y Santa Coloma, contra el que tan mal lo pasan los toreros inexpertos, desconocedores de los resortes que ayudan a aprovechar al ejemplar bueno de esta sangre a andar con menos apuros con el con el malo. Si cada uno de estos encastes tiene una embestida distinta, distinta debe ser también la técnica empleada para torearlos.

Hasta hace no tanto, conceptos como estos eran de uso común entre profesionales, probablemente porque había más costumbre de variar de encastes a lo largo de las corridas de cada temporada. Cualquier torero que se preciara de tal, por no hablar de un gran especialista como Paco Camino, sabía que la forma de cuajar un “santacoloma” era llevarlo en línea recta, sin forzar las embestidas hacia adentro, después de haberlo citado con espacio por delante, sin encimarse, y siempre con la muleta en la cara. Y que la faena, buena o mala, debía ser necesariamente corta antes de que, pasado de pases, el animal empezara a gazapera y a salirse con al cara por arriba.

Saber torear

El aprendizaje de entonces consistía en conocer las peculiaridades de cada sangre y aplicar en el ruedo la estrategia adecuada de manera casi automática. Por eso no fue extraña, ni arrogante, la respuesta que dio Manzanares padre cuando, de camino a una gira mexicana, le preguntaron si no se iba con tiempo para adaptarse a la embestida del toro de aquellas tierras: “¿Adaptarme, a qué? No me hace falta, yo sé torear”.

Saber torear, efectivamente, es conocer esos matices, saber jugar con los terrenos, las alturas, las distancias, los toques… Y conocer al toro, diferenciar sus hechuras, distinguir su origen aunque no se sepa el hierro ni el nombre de la ganadería. Y a simple vista, desde la tapia de un corral, por ejemplo, fijarse en su físico, en sus pitones, en su pelo… y en tantos otros detalles que lo delatan. Como por ejemplo, a ese raro sobrero de Peralta que se lidió en Pamplona y que puso a muchos a cavilar sin que ninguno diera con la tecla: que si no era “murube”, que si parecía “nuñez”, que si tal o que si cual.

Pero bastaba con fijarse en ciertas claves físicas y síquicas para saber a ciencia cierta que aquel toro era puro “Contreras”, un “murube” con gotas de Saltillo, producto de un cruce peculiar, el provocado por aquel becerro que compró un peón caminero de Badajoz y que llegó a ser semental de ganadería. Los vaqueros que hacían la cañada no pudieron hacerse cargo del recién nacido, apremiados por llegar a tiempo a Zamora con la ganadería de Albaserrada que acababa de comprar José Bueno. No es una historia secreta, sino que la contaba hace tiempo, como muchas otras, un vijo y sabio banderillero que conocía al toro porque amaba su oficio.

3 comentarios:

CAOS dijo...

¡¡Sádicos!!

“Corrida de Toros, matar por diversión”.

Aquí se muestra paso a paso toda la barbarie sádica, cuidadosamente planeada y ejecutada, detrás de esta espantosa diversión indigna de seres humanos civilizados.
Tal vez hayas oído que la fiesta de los toros es un “arte”, pero no lo es…Es una “Ciencia”…LA CIENCIA DE LA TORTURA. Nada en la fiesta brava es genuino, solo el dolor.
-24 horas antes de entrar en la arena, el toro ha sido sometido a un encierro a oscuras para que al soltarlo, la luz y los gritos de los espectadores lo aterren y trate de huir saltando las barreras, lo que produce la imagen en el público de que el toro es feroz, pero la condición natural del toro es huir, NO atacar.
-También se le han recortado los cuernos para proteger al torero.
-Le colocaron sacos de arena en el cuello durante horas.
-Lo golpearon en los testículos y en los riñones.
- Le indujeron diarrea al poner sulfatos en el agua que bebió. Todo esto es con el fin de que llegue débil al ruedo y en completo desorden.
-Se le ha untado grasa en los ojos para dificultar su visión.
-En las patas se le puso una sustancia que le produce ardor y le impide mantenerse quieto, así el torero no desluce su actuación.

Los Caballos de los Picadores.
Se eligen a caballos que no tienen valor comercial, porque el animal muere en 3 o 4 corridas a los mucho, es muy habitual que el animal sufra quebraduras múltiples de costillas y destripamientos. Se les coloca un peto simulando que se les protege, pero en realidad se trata de que el público no vea las heridas al caballo que con frecuencia presentan exposición de vísceras.

El trabajo del Picador
-Si el torero percibe que el toro embiste con mucha energía, ordena al picador hacer su trabajo: Consistente en desangrar al toro para debilitarlo, clavándole en el lomo una lanza que destroza músculos ( trapecio, romboide, espinoso, semiespinoso, serratos, transversos del cuello). Lesiona, además, vasos sanguíneos y nervios.
-Esto es para que el torero pueda brindar la expresión “artística” quese supone debe tener el espectáculo.
-Un solo puyazo podría destrozar al toro, por eso se hace en tres tiempos “para mayor goce de la afición”

Las Banderillas
-Las banderillas asegura que la hemorragia siga, se intenta colocarlas justo en el mismo sitio ya dañado con los ganchos del metal. El gancho se mueve dentro de la herida con cada movimiento del toro y con el roce de la muleta, el peso de las banderillas tiene precisamente esa función.
-Algunas banderillas tienen arpón de 8 cms, y se les llama “de castigo”, a las cuales es sometido el toro cuando ha logrado evadir la lanza del picador. Las banderillas prolongan el desgarre y ahondamiento de las heridas internas. No hay límite al número de banderillazos: tantos como sean necesarios para desgarrar los tejidos y piel del toro.

Demostrando valor
-La perdida de sangre y las heridas en la espina dorsal impiden que el toro levante la cabeza de manera normal, y es cuando el torero puede acercarse. Con el toro ya cerca del agotamiento, el torero no se preocupa ya del peligro y se puede dar el lujo de retirarse del toro después de un pase especialmente “artístico”, echando fuera el pecho y pavoneándose al recibir los aplausos del público.
-Cuando el toro alcanza este estado lastimero, el matador entra en el ruedo en una celebración de bravura y machismo, a enfrentarse a un toro exhausto, moribundo y confundido.

La espada
-El toro es atravesado con una ESPADA de 80 cms. de longitud, que puede destrozarle el hígado, los pulmones, la pleura, etc. según el lugar por donde penetre en el cuerpo del animal; de hecho, cuando destroza la gran arteria, el toro agoniza con enormes vómitos de sangre.
-A la hora de matar, si el toro corre con un poco de suerte muere de una estocada, ero no como se piensa de una estocada en el corazón sino que la espada penetra pulmones y diafragma, a veces una arteria mayor, y de ahí la hemorragia que se aprecia del hocico y de la boca. A veces mueren ahogados en su propia sangre.

La Tortura sigue
-El toro, en un intento desesperado por sobrevivir, se resiste a caer, y suele encaminarse penosamente hacia la puerta por la que lo hicieron entrar, buscando un salida a tanto maltrato y dolor. Pero entonces lo apuñalan en la nuca con el Descabello, otra larga espada que termina en una cuchilla de 10 cms. A pesar de estos terribles tormentos, el animal no suele morir de inmediato por su gran fuerza, pero finalmente cae al suelo, porque la espada ha ido destrozando sus órganos internos.

…La Tortura sigue…
-Lo rematan con la Puntilla de 10 cms. Con lo que intentan seccionarle la médula espinal, a la altura de las vértebras altas y axis. El toro queda así paralizado, sin poder siquiera realizar movimientos con los músculos respiratorios, por lo que muere por asfixia, muchas veces ahogado en su propia sangre, que sale a borbotones por la boca y nariz.

El arrastre
-DESPUÉS DE QUE LE DESTROZAN ALS VÉRTEBRAS, EL TORO PIERDE CONTROL SOBRE SU CUERPO DESDE EL CUELLO HACIA ABAJO, SIN EMBARGO, HACIA ARRIBA SE MANTIENE INTACTO, POR LO QUE ESTA CONCIENTE DE TODO HORROR Y DE CÓMO ES ARRASTRADO FUERA DEL RUEDA.

¡¡¡¡CARAJO!!! ¡¡ HUMANO ENAJENADO, YA BASTA DE TANTO SADISMO!!!

Anónimo dijo...

"Cuando no se comparte una pasión, basta con abstenerse"… A propósito así era el título de un gran editorial publicado en el diario francés "Le Figaro" en el que, una firma independiente y neutral sale en defensa de las corridas de toros ante la oleada de ataques desatada este verano en Francia por diversos famosos, como el cantante Renaud y la actriz Brigitte Bardot, junto a Jean Claude Van Damm (el drogadicto más grande y pegón de reporteras en la vida real) que se muestran partidarios de su abolición (síntoma indudable de que la fiesta brava en Francia va viento en popa). El artículo es como para aplicarlo y calzarlo perfectamente en nuestro medio. El autor del editorial, Yves Thréard quien no es aficionado a los toros, asegura que "hay asuntos más importantes que debatir" y pide al Gobierno francés que "no ceda ante las vedetes que necesitan hacerse publicidad" y que pretenden hacer creer que la muerte de los toros en los ruedos "por el solo placer perverso de algunos aficionados les es insoportable". "Se puede ciertamente comprender", argumenta el editorialista, "que la tauromaquia no sea del gusto de todos; concebir que parezca cruel, reconocer que sea inútil. Pero, con ese razonamiento, cuántas actividades deberían ser proscritas, apartadas del alcance de los hombres. ¿Se prohíbe la Fórmula 1, mortal y jugoso espectáculo que se ofrece a los amantes de la velocidad? ¿Se indigna uno de que la caza todavía esté autorizada? No todas las pasiones son vicios. Cuando uno no las comparte, basta con abstenerse"...



Yo personalmente conozco a una activista antitaurina, pero apasionada por la pesca… ¿Qué diría ella de que se le prohiba realizar la actividad recreativa que más le gusta? El editorialista también asegura que los toros son "una tradición a la que no le falta majestad cuando el talento de los actores aparece. Es una práctica cultural anclada en no pocas regiones del planeta, que conviene respetar".



Con frecuencia quienes quieren su desaparición son curiosamente los mismos que se quejan de la uniformización y globalización del mundo y luchan por la persistencia de las identidades. “Su cruzada es tan ridícula como la violencia de sus declaraciones", añade. "Deseemos", concluye el editorial, "que la Unión Europea no aseste un día la estocada a la corrida. Y saquemos rápidamente el pañuelo blanco para que cese la bronca idiota que se agita en el calor del verano"… (Finalmente la fiesta brava salió ilesa con una abrumadora votación europarlamentaria que encontró importante que los pueblos mantengan sus identidades).



Por mi parte, pienso que discutir que las corridas de toros no son una manifestación cultural es querer tapar el sol con un dedo y creo que, en ese aspecto, es un debate ya superado.



Pero este no es un escrito para defender la tauromaquia ni mucho menos. Es una advertencia del surgimiento de la intolerancia en nuestro medio: estoy más que seguro que tras la protestas antitaurinas se camufla una reminiscencia fascista: prohibir lo que no entienden, insultar a otras actividades que no les gustan, atentar a la diversidad y distintivo cultural, etc. utilizando para ello las más perversas mentiras y echando mano de campañas de menos que medias verdades y las falsedades más absolutas, además con jugosos ingresos de ONG´s extranjeras que les financian como ya es muy bien conocido. Y, claro, para que el dinero llegue hacen que el escándalo sea tan alto y llegue a los medios, para decir que trabajan, aunque luego se compruebe que todo era una falsa alarma. Consideran asesinos, por ejemplo, a los pescadores artesnales de Puerto López o Salango, donde no les importó que podrían dejar a miles de hombres, mujeres y niños en la miseria y hambruna más grande. Una vez recogida la protesta en TV, radio y prensa, llega el cheque y todos felices por que “se ve que trabajan” y además, se acerca diciembre…



El insultar, vejar, humillar, censurar, prohibir, agredir a alguien por que tiene una ideología distinta, el odio irracional a un conglomerdo humano o una forma diferente de ver el mundo tiene un sólo nombre: fascismo.



Lastimosamente para los fascistas en general y los antitaurinos en particular, el mundo corre hacia una reafirmación de los conceptos de la democracia donde es vital este tema que tanto desconocen ellos y que es el derecho a la libertad de expresión cultural. Ese es el signo del S XXI. Y a medida que este concepto vaya calzando en nuevas generaciones, la tauromaquia y otras actividades ancestrales seguirán vivas, amén de alguna dictadura o algún despropósito fascistoide que logren temporalmente estos nuevos dueños de la única verdad que son los antitaurinos. La intolerancia es lo que ahora más enfrenta a los humanos y está en nuestras obligaciones principales y más acertadas educar a nuestros hijos para que aprendan a aceptar y respetar a los distintos conglomerados humanos con sus raíces, diferencias, historia, tradiciones y cosmovisión… Ese será un mundo mejor para nuestros hijos y no el que ellos quieren imponer.



Con su enfermiza animadversión y brutal ensañamiento dedicado a la fiesta brava, a sus actores y a sus aficionados y asistentes (esa es la conclusión que se saca cuando a uno le consta que entre los más asiduos activistas detractores de la tauromaquia se encuentran aficionados a la pesca, cazadores, entusiastas de las parrilladas, etc… curiosamente en estas actividades su “conciencia animalista” sufre un lapsus temporal) han llegado, cegados por este odio fascistoide, incluso a pedir audiencias en los colegios y escuelas. (!)



¿Qué le parecería a usted, padre o madre de familia, que en las escuelas se permita ingresar a estos grupos extremistas para vender, con mentiras y exageraciones, un odio a todo un colectivo humano, a sembrar entre los niños la intolerancia a diferentes manifestaciones culturales, a incentivar entre los niños y jóvenes el irrespeto a la diversidad cultural?... El director/a o rector/a de cualquier centro de educación que acepte esto, tal vez, de manera ingenua, no se da cuenta del peligro en el que está poniendo a su alumnado.



La intolerancia es producto de la ignorancia y se puede entender en algunas personas sin mayor soporte intelectual, pero hacer gala de ello, es algo execrable y que siempre el sentido común, la urbanidad y la historia han condenado. Al contrario, es conocido que entre los más asiduos aficionados a la tauromaquia es común encontrar gente ilustrada y con mucho fondo cultural, amén de que los más grandes intelectuales del habla hispana (y otros de diferentes lenguas) eran y son grandes entusiastas de las corridas pero, más importante que eso, defensores a ultranza de la diversidad de culturas y la libertad de expresión artística, como lo es, gracias a Dios, la gran mayoría de los habitntes de nuestros pueblos, independientemente de sus gustos y pareceres.



Puede haber gente que piense que una corrida de toros puede resultar arcaica y medieval. Yo contestaría que eso sería olvidarse que el expresionismo cultural y la identidad no conocen de tiempos, épocas eras y años: son un rasgo distintivo entre sociedades, etc. Y podríamos enfrascarnos en una enriquecedora conversación y discusión, siempre que exista el respeto que debe existir. Por el contrario el pretender imponer una tesis por la fuerza, las censuras, prohibiciones, persecuciones y mentalidades inquisidoras, esta absoluta minoría de “los antitodo”, eso sí que ya resulta arcaico, medieval e inaceptable actualmente. ¿A quién le declararán su guerra unilateral luego? ¿Contra quién volcarán después su odio y fascismo?, ¿Quiénes serán después el blanco de los insultos más procaces y rebuscados? ¿Los aficionados a la pesca recreativa? ¿Acaso los pescadores artesanales? ¿Los vendedores de hornado tal vez? ¿Los hijos de los faenadores del camal? Y llegando más lejos ¿Los guerreros Massai del Africa que luchan a muerte con un león como rito de iniciación guerrera como parte de su acervo cultural? ¿Los aficionados a las carreras equinas?... La verdad es que, cuando los “antitaurinos” hablan de “humanidad” se ponen en evidencia, pues no se necesita más de dos dedos de frente para darse cuenta que son precisamente ellos los que no tienen el humanismo suficiente como para aceptar el derecho de los hombres a una manifestación cultural y preferir, en vez de ello, la salud de un perro o una mosca… Y nuestros hijos pueden ser víctimas del odio, la irracionalidad, el irrespeto y el fascismo que esta gente trata de sembrar en ellos, con tanta furia, con tanto fanatismo y tan frenéticamente contra cualquier actividad cultural que no les parezca.



Es por este tipo de actitudes e irracionales campañas emprendidas sin estudios ni bases, a través de la sensiblería y el fanatismo, que el presidente y fundador de la mismísima “Greenpeace”, Björn Oekern, renunció en el 2004 al cargo de Director de Greenpeace International por estar en desacuerdo con las tácticas y métodos de la organización para recaudar fondos y para las causas que se emplean, acusándola en un caso en particular de que "nada del dinero recaudado fue usado por Greenpeace para protección del ambiente", pero además, y haciendo referencia a este tipo de movimientos emprendidos por las filiales que hoy nos ocupan, agregaba que consideraba que “Greenpeace se ha convertido en un grupo "eco-fascista” (Tomado del libro virtual “Mitos y Fraudes” escrito por varios autores para la Fundación Argentina de Ecología Científica FAEC, www.mitosyfraudes.org).



La libertad de expresión cultural es actualmente la vela que puede y debe iluminar los oscuros caminos del S XXI y el conocimiento de la relación hombre / naturaleza depende completamente de ella. Y he sido testigo de que esta salvaje y fascista –aunque pobre en argumentos y razones- arremetida antitaurina decembrina, molesta e incomoda inclusive a mucha gente que disgusta de la corrida de toros, pero que ama el estado de derecho, las libertades del ser humano y comprende la necesidad de defender la libertad de expresión cultural en todos los pueblos y conglomerados humanos.



La pregunta que hay que hacerse es ¿Se debe consentir que los antitaurinos que se creen superiores al resto, dueños absolutos de la verdad, impongan su ideología y le insulten, agredan, censuren, prohiban culturas a otros por no pensar igual?... De esto siempre se alimentó el fascismo y en eso precisamente consiste.





Y de esto me hizo caer en cuenta, precisamente un amigo (Pablo P.), que no encuentra agrado por las corridas de toros pero que tiene sus hijos en un colegio que fue visitado por personas de este talante. Impresionado por la virulencia de la que hicieron gala en su exposición y por el odio volcado hacia un grupo humano, por sus carteles fascistas y consignas violentas, me mostró el e-mail que él mismo envió a la rectora de aquel colegio donde textualmente se lee: “…independientemente de mis gustos, pienso que los movimientos de censura son a mi criterio personal, la máxima radicalización de la intolerancia, donde se pretende imponer a la fuerza una determinada ideología a los demás, sin importar lo que éstos consideren… y esa forma de pensar no es constructiva para mis hijos, todo lo contrario. Pienso, por tanto, que se debe analizar profundamente a qué viene y qué intenciones traen los invitados a conferencias en el colegio”.

Anónimo dijo...

Banderillas negras por el atentado a la verdad que comete el primer comentario, que corresponde a un grupo pequeño de personas desinformadas y contradictorias, no hace falta fundamentar mas mi comentario, ya que el segundo comentario de manera magistral deja sin piso a las incoerencias y mentiras que se mencionan en el primero.