viernes, 30 de noviembre de 2007
La obligación de vivir grandes vidas/ Esteban Ortiz Mena
PEQUEÑOS COMENTARIOS SOBRE EL SEGUNDO FESTEJO DE LA FERIA DE QUITO “JESÚS DEL GRAN PODER 2007”
Por Esteban Ortiz Mena
Luego del festival, en realidad no tenía ganas de hacer mucho. Me puse a leer una extraordinaria novela de Santiago Gamboa (quizás hoy por hoy uno de mis autores favoritos – parecería un comentario irrelevante, pero justifica el interés por un libro con el fin de encontrar un gusto a una tarde que se había enfriado-). Encontré en el libro algo que me llamó la atención: “Nadie tiene la obligación de vivir grandes vidas y dice que, en todas, hay uno o dos momentos que la justifican”. Esto escribía sobre sus persojanes (en realidad, sobre la vida); pero los novillos si tienen esa obligación.
Los toros son animales que se crían para trascender, para vivir y hacer vivir, sentir. Su bravura se rescata justamente para crear faenas, para descubrir la profundidad de un lance, el sentido de una vida.
Los toros sí tienen la obligación de vivir grandes vidas, aunque muchas veces no lo consigan, pero que por lo menos lo intenten. Para eso fueron criados. Pero hoy en el festival no quisieron. Ninguno. Salieron sin esa obligación tan singular de trascender que tiene el toro bravo. En fin, con resignación, hoy no fue la tarde de Trinidad.
Gamboa también menciona que hay “uno o dos momentos” que justifica toda vida; sobre todo de aquel que no quiso (por que no tiene la obligación de hacerlo) vivir una vida grande:¿cuál habrá sido ese momento para los novillos del festival? Sin duda, el honor de haber saltado al ruedo en la Plaza de Toros de Iñaquito. Y creo que nada más.
El festival no trascendió. Ni siquiera me acuerdo quien toreó. Me esfuerzo, hago memoria y nada. Vuelvo a pensar y creo recordar a un novillero. Si, el de la entrega. Claro, Álvaro Samper… el que salió con las ganas de querer vivir grandes vidas.
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