lunes, 6 de julio de 2009

simplemente por derecho... /Araceli Guillaume-Alonso


Ha sido difícil disuadirlos y siguen sin entender, viviéndolo como una injusticia y una marginación arbitraria. Pero cuando lleguemos a los alrededores de la plaza, tendremos enfrente a un grupo de gente angustiada, -realmente lo parece-, aparentemente muy violenta, antitaurinos ensangrentados al borde de un ataque de nervios gritándonos, insultándonos, tratándonos de asesinos. Esa gente casi me conmueve, porque no ha entendido lo esencial de la vida y de la muerte. No ha entendido el orden de las especies animales, ni el lugar asignado a cada una por su propia esencia en el funcionamiento global del Universo, ni que el gato se coma al ratón, ni que matemos a los mosquitos para que no nos piquen, ni que se lidie al toro de lidia. No entienden el mundo y confunden los valores. En un parque zoológico de los alrededores de París, donde los animales están en libertad, pero separados por especies y según su grado de agresividad no sólo con el hombre sino entre sí, ocurrió hace algunos años un accidente trágico. La visita de la zona de los leones y demás fieras se hace en coche y está terminantemente prohibido salir de él. Un padre de familia, sin duda «animalista», explicó a sus dos hijos y a su esposa que un animal no ataca si no es agredido e invitó a los suyos a bajarse del vehículo. La madre, a pesar de todo, se negó y se quedó dentro desde donde pudo ver cómo el pacífico león y su familia se desperezaban de la aparente siesta a la velocidad del rayo, para abalanzarse sobre los pobres ingenuos y despedazarlos en unos minutos. Sólo se pudo rescatar con vida el cuerpo de uno de los niños porque a los leones se les acababa de servir el almuerzo y se saciaron pronto. ¿Qué diablos pasa en nuestra sociedad? ¿Cómo se puede admitir tanta violencia entre los hombres, real y virtual, y acusar a la Fiesta de crueldad? ¿Cómo puede un padre ser tan estúpido e ignorante? Claro que también está el otro aspecto de las cosas. Ningún aficionado a los toros pretende que le gusten a todo el mundo, ni se los impone a nadie, sólo pide que le dejen seguir con lo suyo, con los toros, no por tradición, sino por derecho, simplemente por derecho y porque éticamente la Fiesta es inatacable.

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