domingo, 12 de julio de 2009

El abuelo Simpson fue torero/ Esteban Ortiz Mena



Diario Hoy, 12 de julio de 2009

Por Esteban Ortiz Mena

Parecería que una serie de televisión que critica a la sociedad americana no tendría vínculos con un espectáculo cultural. Sin embargo, actualmente existen elementos que van más allá de los contenidos

El Conartel, dentro de una lógica incomprensible, prohibió la exhibición de algunos programas de televisión dentro de una franja horaria, entre los que se incluyen las corridas de toros, Los Simpson, entre otros. Estas decisiones están basadas en el criterio personal de alguien que cree que ver una corrida de toros por televisión puede generar algún tipo de daño a menores de edad.

Las corridas de toros siempre han tenido detractores, nadie lo niega. Sin embargo, no es posible censurar una práctica tradicional (o programas de dibujos animados) simplemente por el hecho de no poder explicar el sentido de una afirmación cultural. Es el hecho lo que repugna; sobre todo en un espectáculo que ha sido parte de nuestra cultura y de nuestras tradiciones, aunque a algunos no les guste. Además, nadie puede censurar mis gustos o mis creencias.

Si estamos celebrando el bicentenario de la independencia, deberíamos ratificar con acciones lo que tanto nos costó y que ahora festejamos. Todavía hay tiempo para rectificar.

1 comentario:

torobravo1968 dijo...

Enemigos del toreo
El enfrentarse a un toro bravo, es una practica milenaria que se ha ido modificando y mutando a travez del tiempo hasta convertirse en un arte. De la deztreza al arte existen años luz de distancia: El toreo cuando es arte, es plasticidad, es estética es una danza cromatica entre un animal bravo y un hombre vestido de luces.
Si bien los amantes de esta tradición, que data en Quito desde la llegada de los españoles, somos menos que los ignorantes, en el sentido de ignorar, que atacan sin misericordia una cultura arraigada en la medula de la gente que nacio bajo el cobijo de la linea imaginaria, en una ciudad que tenía hasta mediados del siglo pasado, como tres plazas de toros y un sólo estadio. Hechan palos y piedras desde tribunas infestadas de neófitos, que jamás han entendido la fiesta y peor aún han tenido los cojones para ponerse delante de un toro bravo.
Pero estos hijos de la madre ignorancia no son los unicos enemigos de la tauromaquia, los peores son los matarifes que se ponen traje de luces y hecen que la arena apeste a camal. Tambien los empresarios mediocres, los periodistas mediocres y por supuesto los ganaderos mediocres, pero los peores somos nosotros los que amamos el toro que miramos desaprensivos y anonadados como destruyen nuestra pasión.
Hagamos algo Quiteños, para que nadie ose poner cortapizas a nuestra fiesta y peor aún prohibir algo que los vecinos de la carita de Dios, lo llevamos en el alma.
Alerta, Alerta, que camina un duende enloquecido por America Latina.