Por Antonio Caballero
Decía aquí hace ocho días que el castellano es la lengua natural del toreo.¿ La lengua de Dios, como sostenía Carlos V, gran alanceador de toros en elcampo ? No lo sé. Pero sí, sin duda, la lengua del toreo; o, lo que es lomismo, la lengua de la filosofía.Esta afirmación puede sorprender, dado que en castellano no ha habido ningúnfilósofo digno de ese nombre. Pero la razón es obvia: es que no senecesitan. La propia lengua tiene resueltos ya, por sí misma, todos losproblemas filosóficos que quepa plantear . Y los tiene resueltos por elsencillo procedimiento de distinguir (caso único entre todas las lenguas) elverbo ser del verbo estar. Así allí donde Descartes, por ejemplo, seenredaba inextricablemente con su “cogito, ergo sum” (que significa “pienso,luego soy”, o, quizás, “pienso, luego estoy), cualquier crítico taurinodefine sin vacilar:- Joselito es, desde luego; pero esta temporada desde luego que no está.Y la cosa queda perfectamente clara hasta para un niño.O pongamos el caso de Heidegger. Al cabo de largos años de rigurosameditación solitaria en una cabaña de la Selva Negra llegó a una conclusión que ha sido tenida por revolucionaria en el campo del pensamientoespeculativo: “Seind und Zeit”, dijo. (O sea: “Ser y tiempo”). Se hubieraahorrado muchas neuronas simplemente echándole un vistazo a una revista detoros que anunciara: “Curro Romero toreará cuatro corridas en su trigésimacuarta Feria de Sevilla”.Porque hubiera entendido así, de un solo golpe, que estar es ser en eltiempo, feria tras feria, indefinidamente; y que el ser es la suma o lacondensación de los infinitos modos del estar: “estar bien”, “estar mal”,“estar en Curro”, etc.Y en vez de seguir filosofando en su cabaña, aburridísimo, se hubiera ido alos toros a ver a Curro. Si le hubiera tocado una mala tarde hubieracomentado con los amigos, ante un whisky, en el bar:- Curro estuvo, sí, pero sin llegar a estar como debe ser. A ver si eldomingo que viene está mejor.Y de esa decepción dubitativa hubiera tocado todo el existencialismosartriano de “L’Étre et le Néant” (El Ser y la Nada”); con La Náuseaincluida, en caso de que Curro hubiera matado de un horroroso bajonazo. Perosi en cambio le hubiera tocado una tarde buena (la del domingo siguiente,sin ir más lejos), hubiera salido de la plaza exclamando exultante:- ¡ Cómo estuvo ese tío con el capote ! ¡ Pero cómo estuvo ! ¡ Es unfenómeno !Y de ahí, como simple y obligado corolario, se hubiera desarrollado con lanaturalidad de una larga serpentina en zigzag la totalidad del pensamientofenomenológico de Husserl. Aunque Romero, que no es un hombre jactancioso,le hubiera quitado hierro al entusiasmo del pensador alemán citando consencillez ese aforismo de concisión digna de Heráclito en el que JuanBelmonte comprendió a Aristóteles y a Nietzsche: - Hombre, es que se torea como se es.¿Qué más ejemplos quieren? ¿Es escueto “suerte, y al toro”, con el que losaficionados cabales resumen toda la filosofía patrística de Occidente, desdela “gracia” de San Agustín hasta la “justificación” de Kierkegaard, pasandopor Santo Tomás y por Calvino? Si prefieren algo en Castellano les puedocitar el caso de José Ortega y Gasset, considerado entre los filósofos de sutiempo como “el primero de España y el quinto de Alemania”. Ortega se crió alos pechos de la lengua filosófica o taurina por excelencia, el castellano;pero a pesar de eso su inclinación germanófila le impidió entender nuncanada del toreo ni de filosofía: tenía que traducir al alemán para entenderlo que pensaba. De ahí que elaborara el complicado circunloquio “yo soy y micircunstancia” para decir lo que un aficionado normal suelta con claridadática:- Si hay toro, no hay torero. Si hay torero, no hay toro.O bien, si se prefiere el orteguiano pronombre de primera persona, lo quedice cualquier novillero sin caballos:- Si el toro me embiste, yo armo el lío.Fue de Ortega y Gasset, precisamente, de quien le dijeron a Rafael “ElGallo” que era un “filósofo”. Y el torero, tras darle dos chupadasreflexivas al puro, comentó con magnanimidad:- Hay gente pa tó. (Tomado de la revista 6 Toros 6, 14 de julio de 1998)
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