martes, 31 de mayo de 2011

Defendamos nuestra libertad/ Esteban Ortiz



Hace poco el grito de “libertad, libertad…” se escuchó una vez más en Quito como un combate a la intolerancia de personas que pretenden prohibir espectáculos arraigados profundamente en la cultura ecuatoriana.

¿Qué otra prueba necesitan las autoridades para darse cuenta de que es una tradición arraigada en el alma del pueblo llano? ¿Dónde queda nuestro derecho a poder elegir libremente? Imponer una tesis por la fuerza y censurar un espectáculo maravilloso es algo propio de las dictaduras.

Si no defendemos nuestras libertades, el día de mañana podría ser usted amigo lector, al que le prohíban la actividad que practica. Conceptualmente no hay diferencia alguna en prohibir la opera, el fútbol o cualquier otra cosa que al gobernante de turno no le guste. A ese grado de intolerancia e imposición caemos con una consulta popular tramposa, en la que no se puede preguntar a la población temas relacionados con gustos, cultura y creencias personales. Preguntemos mañana si toda la población quiere ser musulmán o judía o cristiana o correista. Así, por decreto, imponemos mediante consulta popular una forma de pensar y un dios al que adorar.

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