miércoles, 9 de enero de 2008

La música callada del toreo (I)/ Jose Bergamin

I

El arte mágico y prodigioso de torear tiene también su música (por dentro y por fuera) y es lo mejor que tiene. Música para los ojos del alma y para el oído del corazón: que es el tercer oído del que nos habló Nietzsche: el que escucha las armonías superiores.

Con el tercer oído (que decimos del corazón) es con el que escuchaba Carlyle su propio pensamiento cuando decía que “el pensamiento más profundo canta”. Nos parece que es esa música, ese canto, el que oímos cuando escuchamos atentamente el toreo para verlo mejor. “Oír con los ojos, ver con los oídos”, nos aconseja la Santa Escritura. Ver cómo se queda, se aposenta la música en el aire, cómo se oye su luz en el corazón.

Creo que ha sido el toreo de Rafael de Paula el primero que le ha llamado en lenguaje taurino al sentimiento del toreo, pensamiento; y pensamiento tan profundo que es canto y cante; que es musical. Música que “en el aire se aposenta”, nos dice Lope (“la música en el aire se aposenta”, reza en su verso el torerísimo poeta). Música callada, sonora soledad.

Para el vasco Unamuno, el pensamiento es el que crea el sentimiento: y no al revés, como pensaba Goethe. “Los sentimientos son pensamientos en conmoción”. El dolorido sentir de Gracilazo, ¿qué otra cosa puede ser sino pensamiento conmovido? El toreo lo es. Pero no siempre necesariamente dolorido. Aunque siempre nos conmueva por serlo. Pienso ahora, evoco, recuerdo, el toreo de Rafael el Gallo, el de su hermano Joselito, el de Belmonte… que nos hablaron de su “sentimiento del toreo”, dolorido y gozoso a la vez. Y la música callada de aquel toreo suyo nos renace a los ojos del alma y al oído del corazón como si la estuviéramos mirando y escuchando de nuevo cuando la evocamos. Como si se hubiera aposentado y quedado en el alma, en el aire, en el tiempo, para siempre. La vemos, la oímos todavía. Y es porque la sentimos aún al evocarla porque nos conmueve su pensamiento; porque nos sigue conmoviendo el pensarlo.

Muchas veces, cuando vemos torear por vez primera a un torero que con su toreo nos conmueve, como otros que vimos antes, porque llega a esas alturas sublimes de su arte que aquéllos alcanzaron, pensamos en aquellos otros. Y no porque se les parezcan o asemejen, no, sino porque han llegado a esas cumbres del arte mágico y prodigioso de torear. Porque son originales y no novedosos, como dijo Machado de los escritores, de los poetas. Y en todas las artes de la belleza es así (la música, la pintura, la poesía, la arquitectura y escultura). Como en el cante y en el baile flamencos, acompañantes invisibles, inaudibles, inseparables del arte mágico de torear.

La primera vez que vi torear, hace muchos años, en Madrid, a Curro Romero, pensé en Antonio Fuentes; con el que no tiene parecido ni semejanza alguna tal vez (o tal vez sí). Y es que Antonio Fuentes fue el primer torero cuyo toreo me conmovió por primer vez; se me reveló mágicamente con esa música callada y soledad sonora; con esa emoción conmovedora de pensamiento “que suspende y arrebata el ánimo con su maravillosa violencia”, como dijo el divino poeta sevillano. Con esa armoniosa musicalidad superior, quieta, sosegada, aposentada, que llamó Cervantes “un maravilloso silencio”. Y de este mismo modo, cuando vi torear por primera vez a Rafael de Paula, pensé en Rafael el Gallo; y tampoco por parecido o semejanza; sino por coincidencia con su profundo pensamiento musical: por la revelación maravillosa de una belleza viva, que es la del arte de torear mismo. Su “espíritu sin nombre”, su “indefinible esencia”, diría Bécquer.

Llegando a ese nivel, “alto y profundo”, de las artes de la belleza, no hay en la del toreo como no la hay en las otras de la poesía, la música, la pintura… ni un más ni menos, ni un mejor ni pero. No lo hay entre artistas a ese nivel (Velásquez, Murillo, el Greco, Goya… como Cervantes, Lope, Góngora, Quevedo, Garcián, Calderón…) si sólo de españoles hablamos. No la hay entre toreros como Fuentes, los Gallos Rafael y José, Belmonte, Gaona, Cagancho, Pepe Luis Vásquez, Bienvenida, Ordóñez, Curro Romero y Rafael de Paula… y hablo solo de los que yo he visto y oído torear.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Si las corridas de toros en verdad fueran consideradas como arte, pues sin duda yo dejaria de amar al arte.

Anónimo dijo...

Estimados aficionados: les informo que el cartel de la feria de Ambato "Nuestra Señora de la Merced " estan muy interesantes, entre los matadores que van a torear, está Domingo López Chavez, torero al que lastimosamente no se pudo ver lo suficiente en la feria de Quito porque sufrió una carnada en su primer toro, así que recomiendo a toda la afición ecuatoriana que asista a la feria de Ambato.

Saludos cordiales;

Pancho

Anónimo dijo...

Si las corridas de toros son un arte, el sicariato es un deporte.

Anónimo dijo...

Entienda que es un arte difícil de entender, no está al alcance de quien lo mira superficialmente. Este arte lo entendió: Lorca, Picasso, Alberti, Miguel Hernádez,etc...Si no es arte aquello que produce: pintura, poesía, escultura, música, ¿Qué es arte para vos?

Anónimo dijo...

El arte es la capacidad humana de construir a través de conceptos y materia sus representaciones. Según Schopenhauer el arte tiene la posibilidad de expiarnos del mundo momentaneamente pues construye un mundo alterno y laberíntico que se alimenta y retroalimenta de si mismo y de la realidad.
Borges también apuesta por esta visión de arte por eso su estética es práctica, la encontramos unicamente quienes conocemos del arte en profundidad.
Croce también ve en el arte la posibilidad dialéctica de entender al mundo a través de una constante recreación del mismo en las representaciones humanas, pero dichas representaciones son producto de las relaciones histórico-sociales que provocan las inquietudes de una población expresada en la sensibilidad de una persona que sabe leer a través de un acto generoso y despersonalizado a su época.
He leido y releido diversos textos sobre estética y obras de arte, soy músico y admirador de la arquitectura y de la pintura, y en realidad nunca he visto a nadie en su sano juicio llamar arte a una corrida de toros, talvés algunos artistas mostraron interés en esta práctica, pero hay que reconocer que cualquier ambito esta compuesto de diferentes personas. Yo en particular admiro la obra de Kiplin y su posición era la de un racista, Chesterton tenía una visión excluyente sobre la sociedad al igual que Borges, los artistas son humanos, deben ser valorados por sus obras, pues esa es la meta de un artista que las obras perduren aunque los nombres se eliminen.
Finalmente yo soy quien escribi la frase de "si las corridas de toros son un arte, el sicariato es un deporte" fue un grafiti que me llamo la atención porque expresa ese malestar que siento, pues como vuelvo y repito ni siquiera en la descripción de las bellas artes se concibe a la tauromaquia como una, por que el arte es constructivo y regenerador, el arte significa un cambio de concepción del mundo y no tiene nada que ver con una actividad que se ha mantenido estática
Creo que los taurinos deberían dejar de llamarse cultos, y creer que venerar a la muerte es una cosa alturista. Yo por mi parte no nada dificil de entender en una corrida de toros, un ejercito de canallas imitando al circo romano, que maltratan a un animal mientras personas llenas de complejos mentales (consulten con un psicoanalista para ver la simbología que tiene la sangre, la penetración y la feminidad en el ruedo) aplauden sin parar.
Un acto megalomano, cruel y excluyente (así lo demuestra el comentario anterior) no es digno de los humanos, y peor aún de ser llamado artr. Ahora le pregunto a mi amigo alturista si es que a leido a Borges por ejemplo y la ha entendido, si ha podido terminar el Ulises de Joyce y lo ha entendido? Luego de cumplir con esta consigna soy capaz de debatir con usted el tema del arte.

Jonathan

Anónimo dijo...

Estoy seguro que Jonathan no terminó de leer ni a Joyce ni a Borges y tampoco los entendió, porque si revisa la obra del argentino encontrará varias referencias en donde alaba el arte taurino por trágico y real, como la vida misma. Creo que los prejuicios le desbordan a Jonathan y le causan ataques de histeria y cólera que no puede controlar, le recomiendo que se tome una manzanilla y se dedique al ajedrez que para eso es bueno, verdad RD?

Unknown dijo...

Shakespeare pudo haber escrito maravillas acerca de la matanza y asesinatos.. pero esto no significa que sea humano y no cruel.. Esto es el arte de matar a un ser que no puede defenderse!! Dejemos de ser crueles con los animales solo para entretenernos.. cambiemos de actividades a otras más cultas e incluso de ayuda a la comunidad..

francisca de la torre dijo...

aunque este post tiene unos meses (a veces paso por este blog, me gusta mucho), lo he recordado porque justo ayer postié en el mío una poema de Bergamín "Illo y Romero") y puse en el podcast del blog la canción de ese poema con Marina Heredia. Quería invitarles a escucharla escucharla: http://apuntesyborradores.blogspot.com

Saludos,

Anónimo dijo...

El toro es un animar bravo y salvaje de unos 500-600 kg de peso vs una persona, de carne y hueso, ayudada de un trapo. Ustedes dirán quien es el indefenso?